Aunque los recientes atentados evocan con tristeza los años de mayor infortunio para Colombia, la violencia mutó, y nuestras instituciones deben mutar con ella. No podemos quedarnos en la nostalgia de los noventa
El estallido reciente de un carro bomba en Cali y el ataque con drones a un helicóptero de la policía en Amalfi , Antioquia, sumados al asesinato de Miguel Uribe Turbay, estremecen al país y nos devuelven la sensación de que transitamos nuevamente por un territorio ya caminado. Carros bomba en las ciudades, ataques con drones a la Fuerza Pública y atentados contra candidatos presidenciales evocan con tristeza los años de mayor infortunio. Nos interpelan no solo por la crudeza de los hechos, sino porque demuestran que muchas de las advertencias que hicimos en el libro ¿Plom