Como he tenido ocasión de hablar durante las últimas semanas con más de un eurodiputado español, no solo del grupo popular y también con alguno de la Europa del sur, además de compañeros corresponsales acreditados en Bruselas por medios de prestigio, debo confesar que, a pesar de la muy delicada situación política en nuestro país, ni por asomo hubiera imaginado tanta perplejidad en estos interlocutores a la hora de contemplar la situación de extrema debilidad, de desconcierto e incluso de galopante falta de credibilidad ante la UE por parte de un gobierno como el español cuyo presidente se presentaba flamantemente hace años ante las instituciones comunitarias hablando un impecable inglés, contemplado con cierta admiración por algunos de sus homólogos y lo que es tal vez más sangrante habla
Marca España

36