Hoy, día mundial del Turista Que Vuelve a casa, muchos turistas revivirán el placer del regreso con la sospecha de que no les gusta que agosto acabe en domingo y que septiembre empiece en lunes. En circunstancias normales, y sin llegar a la flagelación existencial de Ulises en la película The return , regresar provoca un reconfortante sentimiento de arraigo a un país, una ciudad, un hogar. Digo en circunstancias normales porque miles de usuarios han vuelto a sufrir el calvario de humillaciones que conforman la experiencia de la aviación comercial. Todo funciona a través de un totalitarismo tecnológico amparado por la coartada de la seguridad. Este modelo, sin embargo, tropieza con realidades terrenales como tormentas eléctricas, saturación del espacio aéreo y, en la práctica, el derecho
Ulises en modo avión, por Sergi Pàmies
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