Una investigación reciente vincula el estrés individual con la disfunción social mediante la inflamación (reacción defensiva ante agresiones), articulada en múltiples escalas desde el nivel molecular hasta el cognitivo y poblacional.(1) Esta perspectiva plantea que no se puede abordar la salud sin considerar simultáneamente los factores biológicos, emocionales y sociales que perpetúan la inflamación y sus consecuencias deletéreas. Inspirado por esta visión sistémica, es posible concebir recursos digitales que actúen como intervenciones a toda escala orientadas a reducir la inflamación basal crónica. Estas soluciones no se limitan a la clínica convencional, sino que pueden estructurarse como ecosistemas tecnológicos que modifiquen patrones de comportamiento, empoderen al paciente, apoyen la

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