Gastón Duprat no podía ocultarlo . Estaba fascinado por completo. La gala del Teatro Colón, con 2300 invitados, aportaba las imágenes de una película increíble, la de una oligarquía exultante y congelada en el tiempo, aislada casi por completo de las penurias del afuera. La organización político-empresaria más exitosa de los últimos 80 años los había reunido a casi todos. Dueños de la Argentina, gobernadores sin voz nacional, capomafias de Comodoro Py, jefes del sindicalismo empresario, relacionistas públicos, sobrevivientes de la vieja política y dirigentes de un peronismo domesticado al extremo.

Mientras el gobierno de Javier Milei atravesaba sus horas más difíciles, enredado en un caso escandaloso de coimas, el Círculo Rojo estaba de fiesta, en una burbuja perfecta. Si la recepción

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