Dado que Javier Milei es un conocedor del Antiguo Testamento —por lo menos, lo era cuando el rabino Axel Wahnish pasaba más tiempo cerca del Presidente, antes de su nombramiento como embajador en Israel— tal vez debería repasar el tan conocido proverbio del profeta Oseas: “ Sembraron vientos y cosecharán tempestades ”.

Oseas, el primero de los profetas menores, condenaba así, en el siglo VIII ac, la idolatría del pueblo de Israel, un pecado que traería una consecuencia terrible: el hambre, ya que “el tallo (de trigo) no tiene espiga y no producirá harina; y si acaso llegara a producirla, se la tragarán los extranjeros”.

Claro que tampoco hay que tomar tan a la tremenda el augurio de Oseas y, por las dudas, no hablemos de hambre, una palabra horrible que nos convoca al fantasma de l

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