Que un gato tire un objeto de la estantería o arañe el sofá no es una declaración de guerra, sino más bien un SOS en un idioma que a menudo no comprendemos. La tendencia a humanizar a los felinos, atribuyéndoles rencores y venganzas propias de nuestra especie, es el origen de muchos desencuentros en la convivencia. Interpretar sus acciones desde una óptica humana es, en la mayoría de los casos, un completo error de interpretación que nos impide ver la verdadera causa de su comportamiento. Gran parte de este malentendido se debe a que su mundo se rige por el olfato, pues la que son clave para su comunicación y percepción del entorno.
De hecho, muchas de las conductas que etiquetamos como agresivas son en realidad formas de comunicación o simples instintos. Esos pequeños mordiscos durante