Durante cincuenta años, Yolocamba I Ta ha llevado guitarras a huelgas, capillas, refugios y escenarios del mundo, sembrando música allí donde el miedo intentó imponer silencio. Su nombre, “la alegría de la siembra” , ha sobrevivido a la guerra, el exilio y la censura en El Salvador.

Un nombre que prometía cosecha

Todo comenzó en 1975, cuando cuatro compañeros del Colegio Externado de San José, en San Salvador, descubrieron que la música no solo podía entretener, sino también acompañar. Ese mismo año, la policía abrió fuego contra estudiantes universitarios durante una protesta el 30 de julio, una masacre que marcó a toda una generación. Los hermanos Franklin y Roberto Quezada, junto con Paulino Espinoza y Manuel Gómez, respondieron formando un grupo y adoptando como estandarte una fras

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