Ni calma tensa ni amago de jaleo ni arrebato de pasión ni improvisada protesta para pedir el metro, un convenio colectivo más justo, la paz en Vallcarca o un Estado palestino sin genocidio. Sant Jaume ha empezado siguiendo el pregón de las fiestas de la Mercè como el bonito crisol de civilizaciones en el que se ha convertido Barcelona. Una postal mestiza y diversa, pero también algo desubicada y hueca de contenido. Difícil desempatar, pero tras una hora de paseo por la plaza, podría convenirse que el 70% de los asistentes eran turistas que pasaban por ahí a su casi hora de cenar. Lo demuestra el hecho que en la pantalla gigante tan reconocido ha sido el alcalde Jaume Collboni como Bev Craig, su colega de Manchester.

Que un peatón pudiera cruzar Sant Jaume sin agobios en pleno pregón es el

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