Muchos dueños de perros, en su afán por ofrecer el mejor cuidado posible, cometen un error de manual que puede perjudicar la salud de sus mascotas: bañarlas con demasiada frecuencia. La creencia de que un lavado constante es sinónimo de bienestar choca de frente con la biología canina, y lo que nace de una buena intención puede acabar provocando problemas dermatológicos. La realidad, por tanto, es que un exceso de celo en la higiene resulta contraproducente.

De hecho, la piel de estos animales está recubierta por una capa de aceites naturales que ejerce como una barrera protectora fundamental contra agentes externos. Los baños demasiado seguidos, sobre todo si se emplean productos que no son adecuados, eliminan esta defensa y dejan la dermis expuesta y vulnerable. Esta situación puede

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