
María Branyas Morera , la mujer más longeva del mundo hasta su fallecimiento en 2024, ha dejado algo más que una marca histórica: su cuerpo y su estilo de vida son hoy objeto de un estudio científico que arroja nuevas claves sobre el envejecimiento saludable . Con 117 años y 168 días , la catalana no solo desafió el calendario, sino también la biología: su edad biológica era de apenas 94 años .
El hallazgo ha sido publicado en la revista científica Cell Reports Medicine , fruto del trabajo de más de 40 investigadores de España, Reino Unido y Estados Unidos, liderados por el doctor Manel Esteller , del Institut de Recerca contra la Leucèmia Josep Carreras.
Un genoma privilegiado y una vida plena
Nacida en San Francisco en 1907 , María vivió las grandes tragedias y avances del siglo XX: dos guerras mundiales , la pandemia de gripe de 1918 , la Guerra Civil española , el alunizaje , la caída del Muro de Berlín , el cambio de milenio … incluso superó la covid-19 a los 113 años. A lo largo de su vida, tuvo que despedir a sus padres, hermanos, marido e incluso a un hijo. Sin embargo, mantuvo siempre una actitud positiva, una vida ordenada y un entorno emocionalmente saludable , como ella misma aseguraba.
El análisis médico revela que su microbiota intestinal se asemejaba a la de una persona mucho más joven , casi de un adolescente. Esto se debía en parte a su alimentación: seguía una dieta mediterránea equilibrada y tomaba tres yogures sin azúcar al día , lo que podría haber contribuido a mantener una flora intestinal excepcionalmente saludable.
Los científicos también destacaron su bajo nivel de inflamación sistémica , sus células inmunes T propias de personas jóvenes , un colesterol en niveles óptimos , y una alta capacidad de eliminación de residuos celulares . Todo ello, según el estudio, son biomarcadores clave para un envejecimiento saludable .
Además, su genoma contenía variantes raras que se asocian con la reparación eficiente del ADN y una mayor longevidad. No fumaba, no bebía alcohol y salía a caminar con frecuencia mientras su movilidad se lo permitía.
La paradoja de los telómeros y una edad más joven que su DNI
Uno de los hallazgos más llamativos fue la “enorme erosión” de sus telómeros , las estructuras que protegen los extremos de los cromosomas. En teoría, los telómeros cortos se asocian a una mayor mortalidad. Sin embargo, en el caso de María, los investigadores plantean que esta erosión pudo haber limitado la proliferación celular excesiva , evitando, por ejemplo, la aparición de cáncer.
“ Su cuerpo tenía 94 años, aunque su DNI dijera 117 ”, aseguran los investigadores. Este dato es revelador y refuerza la idea de que la edad cronológica no siempre refleja el verdadero estado biológico del cuerpo.
Además, su longevidad no era una excepción en su familia. Varias personas de su entorno habían superado los 90 años , lo que refuerza la teoría de que la genética también jugó un papel determinante .
Lecciones para el futuro
La historia de María Branyas es inspiradora no solo por su longevidad, sino por cómo vivió esa larga vida : con salud, autonomía y sin enfermedades graves. Este estudio ofrece una valiosa hoja de ruta para la ciencia médica y para la sociedad: envejecer bien es posible , y no necesariamente implica deterioro o dependencia.
Aunque no todos llegaremos a los 117 años, los hallazgos sobre su caso aportan pistas concretas para mejorar la calidad de vida en la vejez . La combinación de una buena alimentación, un entorno afectivo estable, actividad física regular y una genética favorable, parece ser la receta más cercana a la eterna juventud.