Con la salida del primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu , a la palestra, el salón de la Asamblea General de las Naciones Unidas se ha convertido en un claro reflejo del mundo en su estado actual . Decenas de delegados han abandonado la sala entre abucheos. Netanyahu se ha quedado prácticamente solo . Apenas algunas delegaciones de países con poca relevancia en la palestra internacional y evidentemente sus fieles aliados estadounidenses han escuchado su discurso, en el que ha reciclado fragmentos de sus anteriores conferencias en este mismo lugar. Sus palabras, igual que las acciones de su Ejército y su Gobierno, han ido por libre. A Bibi la presión internacional parece no afectarle.
Orgulloso de sus logros militares , el resto se presenta baladí. Netanyahu ha esperado qu