La española, que la semana pasada reapareció después de tres meses de baja, sufre un contratiempo físico cuando tan solo había disputado seis juegos ante Muchova

En ocasiones, el infortunio engancha, muerde y no suelta. Bien lo sabe Paula Badosa, una tenista que ayer y hoy sufre. Quiere, lo intenta, lo persigue. Se rebela ella. Pero no hay manera. Llega otro abandono originado por el dolor y la catalana, a la que instantes antes se le escapaba el llanto en pleno partido, más que harta ya del castigo, abandona la pista de Pekín envuelta en la toalla y maldiciendo por dentro, abatida y resignada porque la sombra de las lesiones le atrapó y no la libera. Reaparecía la semana pasada, después de otros tres meses en la reserva , pero la alegría le ha durado apenas diez días. Al sexto juego fr

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