La «translatio imperii», herencia simbólica del prestigioso mundo clásico, fue reclamada por diversos estados medievales tras la caída de Roma (s. V). Luego, a las puertas del Renacimiento, cuando caía la Nueva Roma, Constantinopla (s. XV), un incipiente imperio español empezaba a reivindicar también ese legado. La idea también incluía, por supuesto, la «translatio studii», transferencia de conocimiento que había cuajado en la «universitas studiorum» europea, con el «trivium» y el «quadrivium», que procedían de la educación clásica. En breve, la noción de imperio y estudio iba a quedar en manos de la monarquía universal hispánica, en un legado que, con el pasar de los siglos, sería asumido por otras potencias hegemónicas sucesivas. Hoy es tópico hablar de EEUU como el imperio occidental po

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