El consumo de bebidas reducidas en azúcar crece a paso firme en la Argentina y en la región, impulsado por un cambio cultural que atraviesa tanto a consumidores como a productores. La salud gana peso en las decisiones de compra y las marcas buscan sostener competitividad global con estrategias que incluyen innovación en edulcorantes y reformulación de recetas tradicionales .

En este escenario, la oferta se redefine. La reducción de azúcar ya no se percibe como un atributo opcional , sino como condición para sostener participación de mercado. “El gusto por lo dulce es innato e indiscutible, pero hoy el consumidor también es consciente de los efectos del exceso de azúcar en la salud”, explicó Sofía Vargha , Magíster en Ciencia y Tecnología de Alimentos y docente de la Universidad de

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