Las agresiones paisajísticas, turísticas o corruptas que sufre Mallorca tienen un denominador común, son muy cara s. Enviar a un monstruoso portaviones estadounidense a la isla camino de Gaza es un bofetón. En concreto, un puñetazo de cien millones de kilos, la cifra que describe el peso desplazado por el ‘Gerald R. Ford’ y el gasto en euros de su estancia. Los billetes alteran la percepción de la guerra, al recaer también sobre las familias con activistas propalestinos.

Los mallorquines administran las verdades contradictorias con sosiego. El padre taxista recibe opíparas propinas en dólares proisraelíes , el hijo luce dos pañuelos palestinos . En cambio, no había forma de convencer del insulto trascendental que supone el portaviones a un paciente que ayer se quedó sin cons

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