Kiriyenko, uno de los hombres más influyentes del Kremlin, es el artífice de las campañas de desinformación y de la censura en internet, además del responsable de los territorios ocupados de Ucrania
Serguéi Kiriyenko, el “virrey” de Putin en los territorios ocupados en Ucrania
Cuando a mediados de septiembre, Dmitri Kozak, el último hombre del entorno de Vladímir Putin que se había opuesto a la guerra en Ucrania, dimitió tras haber caído en desgracia, un nombre se erigió como el gran vencedor: Serguéi Kiriyenko.
Este tecnócrata de 63 años, de apariencia gris, se ha ido convirtiendo con el paso de los años en una de las figuras más poderosas e influyentes del Kremlin. Los expertos no consideran que sea un ideólogo, sino más bien un ejecutor, y sus tentáculos trascienden mucho más allá de la sobriedad de su cargo, el de subjefe de la administración presidencial.
Él es el responsable de haber convertido las elecciones en un perfecto sistema de formación y encumbramiento de políticos leales a Putin; es el hombre del presidente en los territorios ucranianos ocupados; recientemente ha asumido las competencias para mantener a cualquier precio la influencia rusa en el espacio post soviético; además de ser el supervisor de las campañas de desinformación rusas a gran escala y pieza clave para restringir la libertad de expresión en Internet.
Un liberal sin reglas
Kiriyenko entró en escena como un liberal, a finales de los 90. Quien lo introdujo en política fue Boris Nemtsov, que acabaría convirtiéndose en opositor a Putin y sería asesinado en 2015 frente al Kremlin. Tras aquella muerte, Kiriyenko, su antiguo aliado, daría muestras de su frialdad y de su capacidad de adaptarse al poder al condecorar a dos de los dirigentes chechenos presuntamente relacionados con el crimen. “En un juego sin reglas, quien hace las reglas gana”, diría años más tarde en una entrevista.
En 1998, Boris Yeltsin lo eligió inesperadamente como primer ministro, el más joven de la historia de Rusia, con 35 años. Una elección que le valió el apodo de “Kinder Sorpresa”. Pero aquella era una chocolatina envenenada porque ya se atisbaba en el horizonte la crisis financiera que haría que el rublo se desplomara y el presidente necesitaba a un chivo expiatorio. Su Gobierno duró apenas cuatro meses.
Un año después, junto a Nemtsov, dio apoyo a la candidatura de un desconocido Putin hacia la presidencia, aunque para Kiriyenko no era un don nadie, sino que ya había apostado por él como director del FSB, los servicios secretos. Tal y como relata el líder ruso en su libro autobiográfico En primera persona, el actual subjefe de la administración presidencial fue quien le comunicó la decisión de situarlo al frente del antiguo KGB.
Tras la victoria de Putin en las elecciones, Kiriyenko se convirtió en su fiel escudero y este lo recompensó entregándole el control de la Agencia Federal de Energía Atómica, Rosatom.
Control sobre las elecciones
El gran momento para Kiriyenko llegaría en 2016, al entrar a formar parte de la administración del presidente. Su encargo consistía en supervisar la política interna y, por lo tanto, la llamada vertical de poder, el sistema ruso según el cual todo funcionario debe obediencia y lealtad al presidente.
Con este propósito, las autoridades destruyeron casi completamente las elecciones competitivas en las regiones, eligiendo a dedo los candidatos o instrumentalizando a candidatos pantalla. Unos representantes que él se dedicaría a formar a través de numerosas iniciativas de educación superior destinadas exclusivamente a nutrir la administración.
“Como resultado de este trabajo de nueve años, los gobernadores de 77 de las 89 entidades federativas (incluidos los territorios ocupados de Ucrania) son graduados de la escuela de gobernadores”, apunta a elDiario.es Igor Tishkévich, investigador del Instituto Ucraniano para el Futuro. “La mayoría son paracaidistas: personas que no habían vivido ni trabajado en la región antes de su nombramiento”.
Su función también es asegurar la reelección de Putin, para quien diseñó las campañas de 2018 y 2024. En la primera de las citas electorales, según el medio Proekt, incluso llegó a impulsar la candidatura pantalla de Ksenia Sobchak para diseminar el voto liberal y simular la existencia de pluralismo político.
Métodos de ingeniería social
“Kiriyenko se siente, sin duda, más cómodo en el rol de ejecutor”, explica a elDiario.es Andréi Pertsev, uno de los periodistas que mejor conoce las luchas de poder en el Kremlin. “Sin embargo, las iniciativas de organizar concursos de personal regulares, programas de capacitación para funcionarios e involucrar a jóvenes leales en el Gobierno son características de su estilo”.
Pertsev considera que, por un lado, son prácticas “corporativistas”, pero, por otro, provienen de la escuela de los “metodólogos”, una corriente filosófica rusa que cree poder alterar la realidad y programar la sociedad con estrategias de ingeniería social. “Está implementando sus propias ideas de gestión, de naturaleza bastante totalitaria”, afirma el periodista.
A día de hoy, Kiriyenko es una de las figuras más influyentes del entorno de Putin
“Kiriyenko intenta construir una meritocracia dejando de lado la política, sustituyéndola por concursos para arribistas y proyectos sociales para ciudadanos comunes”, añade Pertsev. “Además, se asemejan en cierta medida a las prácticas del Komsomol [la organización juvenil del Partido Comunista] de la era soviética, algo que atrae a Putin, quien añora la época soviética”.
Entre estos programas de formación, destaca Tiempo de Héroes, el proyecto del Kremlin para convertir a los veteranos de la guerra de Ucrania en los futuros gestores del país. Para Tishkévich, “de esta manera, se limita la influencia de las antiguas élites políticas, se crea una nueva clase privilegiada y se resuelve parcialmente el problema de la ingobernabilidad de los grupos políticos de extrema derecha con mentalidad imperialista”.
La guerra como oportunidad
Según afirman fuentes del Kremlin al New York Times, en 2022, Kiriyenko no compartía la aversión de Putin hacia el giro proeuropeo de Ucrania que lo llevaría a invadir el país vecino. No obstante, rápidamente entendió que, si no apoyaba la guerra, sus días en la cima del poder estarían contados. Pertsev explicaba en aquel momento en el medio independiente ruso Meduza que, en una reunión con el líder del Kremlin, el subjefe de la admnistración presidencial lo convenció para que lo designara responsable de los territorios ocupados en Ucrania.
Según una fuente al tanto del encuentro, “Kiriyenko dijo exactamente lo que Putin quería escuchar”, es decir, “que los residentes de estas regiones debían ver que Rusia no había llegado temporalmente sino que se iba a quedar” porque se trataba de “una misión especial”.
Así, empezó a viajar al Donbás, cambiando sus trajes por camisas verde oliva, e implementado las mismas estrategias de colocación de personas afines al mando de las administraciones locales. Su gran éxito fue la supuesta legitimación de la ocupación rusa a través de los referéndums ilegales de anexión en Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, en septiembre de 2022.
Injerencias en el espacio post soviético
Estos métodos contrastan con los de sus predecesores en el cargo, el defenestrado Dmitri Kozak, y Vladislav Surkov, considerado, él sí, el ideólogo del putinismo. Donde antes reinaba la discreción y la negociación, Kiriyenko impuso la injerencia descarada.
Ucrania fue solo el primero de los escenarios. Luego arrebató a Kozak la gestión de Abjasia, una república autoproclamada y tutelada por Rusia, que internacionalmente pertenece a Georgia. Se encontraba en plena crisis y Kiriyenko aterrizó allí para garantizar la victoria del candidato prorruso.
Aquel éxito convenció a Putin de que era el camino a seguir en las repúblicas exsoviéticas y despojó a Kozak de sus competencias para entregárselas a Kiriyenko. El reciente fracaso a la hora de impedir la victoria del partido europeísta en Moldavia no se le puede atribuir a él ya que apenas llevaba unos días nombrado, pero es probable que las tácticas rusas para interferir y desestabilizar en procesos electorales en el este de Europa sean cada vez más evidentes.