Ganar es la suma de querer y saber. El Barça que saltó al césped del Bernabéu quizás quiso -aunque no se notó mucho- pero desde luego no supo.
La motivación es un extraño y esquivo ingrediente. Y la del Barça se quedó toda encerrada en la misma celda desde la que Hansi Flick siguió el partido, justo encima de la tribuna de prensa.
En el césped los blaugrana fueron un equipo lánguido, decaído, fallón y sin presencia.
De tal guisa que no hizo falta un gran Madrid para merendarse al Barça. Si el resumen debiera ser de una sola frase escogeríamos esta: el Real Madrid jugó un clásico y el Barça un partido más.
Se impuso una de las reglas básicas del futbol: si pones la pierna con más ganas, si superas al rival en intensidad, te llevas el partido. Y eso es lo que sucedió: el Madrid quiso

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