Ni discurso preparado ni saludo formal: Donald Trump eligió bailar. Apenas descendió del Air Force One en Kuala Lumpur, el mandatario norteamericano levantó los brazos, giró las muñecas y se animó a mover las caderas frente a la comitiva que lo esperaba con música y trajes tradicionales.
El primer ministro Anwar Ibrahim lo miró con una mezcla de sorpresa, desconcierto y cortesía diplomática. Durante unos segundos, el aeropuerto internacional se transformó en escenario.
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