La administración Trump está restringiendo el número de refugiados admitidos anualmente en Estados Unidos a 7,500, y en su mayoría serán sudafricanos blancos, una drástica reducción anunciada este jueves que, en la práctica, suspende el papel tradicional del país como refugio para quienes huyen de la guerra y la persecución.

La medida consolida un cambio profundo en la política hacia los refugiados, alineado con los objetivos más amplios de la administración republicana de mantener fuera del país a los extranjeros que considere un riesgo para la seguridad nacional o una amenaza para los empleos de los estadounidenses. Este giro ha implicado un aumento en la aplicación de leyes migratorias, tanto en las ciudades como en las fronteras y puntos de entrada, transformando radicalmente el panor

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