Las inteligencias artificiales generadoras de texto muestran una sorprendente habilidad para reproducir la estructura narrativa y el estilo de autores consagrados. Su funcionamiento se basa en analizar grandes cantidades de obras para detectar patrones de vocabulario, tono y ritmo . Ese procedimiento permite que el resultado final se asemeje, en apariencia, a la voz del creador original . Sin embargo, esa proximidad entre imitación y autoría humana plantea un dilema que ha terminado llegando a los tribunales .

El juez autoriza que continúe el proceso contra OpenAI y Microsoft

Un juez federal estadounidense ha permitido que avance la demanda interpuesta por George R.R. Martin y otros escritores contra OpenAI y Microsoft . La causa se centra en el supuesto uso no autorizado de sus obras literarias para entrenar modelos de lenguaje capaces de reproducir fragmentos que guardan similitud con textos protegidos por derechos de autor.

Según publicó Business Insider , el juez Sidney Stein dictaminó que “un jurado razonable podría considerar que los resultados presuntamente infractores son sustancialmente similares a las obras de los demandantes ”. Esa valoración ha permitido que el proceso judicial continúe su curso.

Michael Chabon, Ta-Nehisi Coates, Jia Tolentino y Sarah Silverman unieron sus reclamaciones en una causa conjunta

El caso tuvo como punto de partida una prueba en la que los abogados de Martin solicitaron a ChatGPT que redactara una continuación alternativa de Choque de reyes . La respuesta del sistema ofreció el título Un baile con sombras y desarrolló ideas sobre “la aparición de un nuevo tipo de magia vinculada a dragones” y “la llegada de una pariente lejana de los Targaryen llamada Lady Elara”. Además, el modelo introdujo a “una secta disidente de los Niños del Bosque”. La coincidencia en la ambientación y el tono con la saga Canción de hielo y fuego sirvió como ejemplo de presunto uso indebido de material protegido.

La acción legal no se limita a Martin. Entre los escritores que forman parte de la causa figuran Michael Chabon, Ta-Nehisi Coates, Jia Tolentino y Sarah Silverman . Todos sostienen que sus libros se utilizaron para entrenar modelos de lenguaje sin autorización expresa . Sus denuncias se integraron en una demanda conjunta con el fin de plantear un criterio común sobre la responsabilidad de las empresas tecnológicas en el uso de obras literarias para fines comerciales.

Microsoft podría enfrentarse a sanciones si los jueces rechazan la aplicación del “uso justo”

Microsoft , que posee el 27% de OpenAI, figura también entre las partes señaladas. La compañía podría afronta r consecuencias económicas importantes si los tribunales determinan que la práctica vulneró derechos de propiedad intelectual. El juez Stein aclaró que aún queda pendiente decidir si la actividad de la empresa puede acogerse a la figura de “uso justo” , que en el derecho estadounidense permite reproducir material ajeno en determinados supuestos de interés público o educativo.

El precedente más cercano se produjo en San Francisco, donde Anthropic alcanzó un acuerdo extrajudicial por 1.500 millones de dólares tras un conflicto similar con un grupo de autores. Aquella resolución no impidió que las compañías de inteligencia artificial sigan desarrollando sus sistemas, aunque sí provocó un debate sobre la necesidad de establecer límites más claros en el empleo de obras literarias para fines de entrenamiento algorítmico.

Las próximas decisiones judiciales determinarán si la imitación estilística de una inteligencia artificial constituye una infracción o una extensión legítima de la tecnología. En cualquier caso, el litigio iniciado por George R.R. Martin ha convertido a la relación entre la escritura humana y la generación automatizada de texto en un nuevo terreno de disputa sobre la autoría y los derechos creativos.