Samar Abu Elouf era hasta el 7 de octubre de 2023 una gazatí más, indistinguible del resto de sus compatriotas. Con tres hijos a su cargo, se ganaba la vida precariamente ejerciendo de fotógrafa documental freelance en trabajos más o menos esporádicos para The New York Times . Sin embargo, tras el brutal ataque de Hamás al sur de Israel –y la posterior, y todavía más brutal, respuesta del ejército israelí– su vida cambió de golpe.
Esta mujer de 40 años, de mediana estatura y vestida con la túnica y el velo tradicional de las palestinas musulmanas, se vio abocada a cambiar el objetivo de su cámara desde las imágenes cotidianas a otras de bombardeos, de personas aterrorizadas, heridas o muertas. Durante los dos meses que ejerció para el periódico neoyorkino como fotoperiodista bélica, su actividad se volvió frenética para poner en relieve los efectos destructores de los indiscriminados bombardeos israelíes.
Poco a poco su trabajo se convirtió en peligroso para ella y para los que estaban cerca, y pasó en pocos meses de ser una ciudadana del montón a otra que vivía bajo constante amenaza. Como muchos otros compañeros en la Franja, Elouf se convirtió en una diana para los militares israelíes, hasta el punto de que a los dos meses de iniciarse el conflicto, tuvo que salir de Gaza con destino a Qatar, donde todavía reside hoy en día.
“Como soy autónoma, pensaba que la escasez en Gaza era lo normal, que las penurias económicas eran lo normal y no había otra forma de vivir, pero una vez en Qatar me he dado cuenta de que hay cosas peores como extrañar a tus hijos, tu tierra, tu familia”, lamentaba la fotoperiodista el pasado jueves en un conmovedor discurso ofrecido en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) con motivo de la presentación en la ciudad del World Press Photo 2025 . Un certamen en el que Elouf ha conseguido el máximo galardón por su tierno y a la vez estremecedor retrato de Mahmoud Ajjour , un niño palestino de solo 9 años –siete cuando ocurrió el ataque– al que un misil del ejército israelí amputó ambos brazos y que actualmente vive refugiado también en Qatar.
“Ahora he perdido la comunicación con mi familia y mis hijos; mi familia sufre de hambre, de falta de medicamentos, apenas pueden sobrevivir y siento que los he dejado a todos solos”, agregaba, con lágrimas en los ojos, a su parlamento, que se desarrolló sobre el compungido silencio de todos los asistentes. “Yo nunca he podido vivir tranquila en Gaza; siempre he sabido que la paz allí es solo el preludio de una nueva guerra, sin más futuro que la destrucción”.
Samar Abu Elouf, que por el momento no puede regresar a Gaza, conversó con elDiario.es tras la rueda de prensa de presentación de la exposición, que puede visitarse hasta el próximo 14 de diciembre en el citado CCCB.
¿Dónde está viviendo ahora?
Sigo viviendo en Qatar, aunque ahora viajo más con motivo del premio.
¿Ha agradecido la concesión del premio?
Sí, pero en realidad en este momento me dan completamente igual los premios, lo que me preocupa es reencontrarme con mis hijos en Gaza, mi hogar.
¿Cómo consigue salir de Palestina?
Dos meses después del inicio de la guerra, se me evacuó de la Franja porque The New York Times recibió informaciones que indicaban que era mejor que dejara Gaza, ya que había un riesgo para mi vida. No me obligaron, pero me sugirieron salir opté por hacerles caso.
¿Recibió amenazas de muerte directas?
Permíteme que, por seguridad, no te responda a esta pregunta...
Van 240 periodistas asesinados en Gaza en los últimos años de guerra. 240. Supongo que conocía a muchas de estas personas.
Muchos de ellos eran en efecto compañeros de profesión y además amigos. Los conocía a la mayoría e incluso algunos estaba previsto que fueran evacuados en mi convoy hacia Qatar, pero no llegaron a tiempo... Otros como mi amiga Mariam Dagga , decidieron quedarse para documentar los ataques y terminaron asesinados impunemente en un bombardeo de doble ataque [estrategia ampliamente utilizada por las Fuerzas de Defensa de Israel para asegurar que los heridos no sean rescatados] a un hospital cuando un cohete impactó en una zona en teoría segura.
Junto a ella también murieron otros amigos y compañeros [Mohammed Salama, cámara de Al Jazeera; Moaz Abu Taha, fotógrafo independiente que también colaboraba con Reuters y Ahmed Abu Aziz, corresponsal de Middle East Eye y Quds News Network].
Usted que tuvo que volverse periodista de guerra forzada por el contexto. ¿Cómo es la sensación de ser periodista de guerra en un conflicto tan desigual?
No es nada fácil, aunque todo depende de si eres un fotógrafo autónomo o en plantilla. Trabajando en plantilla para una agencia internacional es mucho más fácil. En mi caso yo soy freelance y esto significa que no tenía ninguna cobertura de protección por parte de The New York Times . Pero no es un caso aislado, muchos de los y las periodistas que trabajan en Gaza no tienen ningún medio que les proteja, ninguna seguridad.
Tampoco tenemos escuelas para formarnos, somos autodidactas. Otra cosa son los y las periodistas que trabajan para agencias internacionales como Reuters , Associated Press , France Press , etc., ya tienen unas condiciones un poco mejores, aunque a la hora de matarnos, Israel no distingue el medio para el que trabajas o si estás en nómina o no.

¿Sigue trabajando ahora en Qatar con el proyecto de los retratos de los niños mutilados por las bombas?
Ya dejé atrás el proyecto de los retratos y ahora no estoy trabajando en nada, así que mi situación es difícil. No tengo documentos de Qatar, soy una sin papeles, una refugiada. Seguramente, si surge cualquier acontecimiento o circunstancia que exija mi trabajo para The New York Times en Qatar lo haré.
¿Por qué cree que el ejército israelí se ensaña con los periodistas de esta manera tan salvaje?
No tengo respuesta. Es la pregunta que nos hacemos a nosotros mismos diariamente; nos preguntamos por qué somos un objetivo cuando simplemente estamos haciendo nuestro trabajo igual que lo haría un periodista israelí, americano o europeo. Dar a conocer la información, que es un derecho de todos, pero los israelíes no entienden de derechos en Gaza.
¿Piensa en volver a Gaza?
Constantemente, lo estoy esperando como agua de mayo. Quiero volver a casa lo antes posible y reunirme con mis hijos y mi gente, mi existencia en Qatar es como una muerte en vida, un sufrimiento de añoranza y preocupación por los míos continua. Hace dos años que apenas sé de mis hijos.
¿Cree que el acuerdo que se ha conseguido con la mediación de Trump durará?
Es una pregunta, un poco de carácter político, compleja y que no está en mis manos responderte, pero sí te diré de todas formas que de “acuerdo de paz” tiene muy poco: la situación diaria en Gaza es que hay bombardeos y muertos casi a diario. Los bombardeos no han parado.
Según usted, la paz en Gaza es siempre el preludio de una guerra. ¿No cree que en un futuro en el que Gaza pueda finalmente tener una paz duradera al lado de Israel?
Con toda probabilidad la respuesta es no. Llevo 40 años viviendo allí y puedo afirmar, lamentablemente, que nunca veré una paz duradera en Gaza.

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