QUE EL fútbol está politizado no es ninguna novedad. Lo ha estado siempre. Desde los presidentes que se pasean por los palcos como si fueran prolongaciones naturales de sus despachos hasta los gobiernos que utilizan los colores de un equipo como termómetro emocional del país. El Bernabéu - con su palco convertido en logia discreta del poder económico - podría escribir una enciclopedia entera de esa relación simbiótica.

La verdadera novedad es otra . Hace años, en una entrevista para la sección ‘Comunica que algo queda’ de Manuel Campo Vidal en Radio Nacional de España, Joan Coscubiela me chutó con precisión una frase que entonces me pareció una exageración metafórica. Hoy me parece una descripción técnica . “La política se ha futbolizado ”. No como un chiste, sino como un diagnó

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