Su negocio estaba repartido de la misma manera hace más de 30 años. Por su alta rentabilidad, el 80% estaba focalizado en la producción, distribución y venta de motopartes, mientras que el restante 20% estaba dedicado a ensamblar sus propias motos. Pero el “aluvión” chino, la vuelta del financiamiento y una nueva tendencia mundial en la que ya no se reparan los vehículos, sino que se reemplazan, obligaron a la cordobesa Okinoi a reordenar sus procesos para sobrevivir.

La compañía, fundada y dirigida por Alejandro Visokolskis, era históricamente importadora y distribuidora de partes, un activo que sostuvo su negocio durante tres décadas. Sin embargo, en los últimos dos años decidió dar vuelta la ecuación y apostar fuerte a la fabricación de motos, aun cuando —como aclaró— “tiene menos rent

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