El último informe sobre la auditoría de los fondos europeos destinados a Ucrania data de 2021, cuando las cantidades eran ínfimas comparadas con las actuales. Y el informe era demoledor
El Tribunal de Cuentas Europeo sigue con las manos atadas para auditar los fondos destinados a Ucrania desde 2022. En su lugar, la Unión Europea ha creado un organismo específico para intentar controlar el gasto y del que nada se sabe. De ahí a los inodoros de oro sólo hay un paso. Y por eso la Oficina Nacional Anticorrupción de Ucrania (NABU) ha hecho público parte del informe que la Unión Europea no se atreve a hacer, la Operación Midas, que ha hecho caer desde jueces a altos funcionarios y el Ministro de Justicia del gobierno en Kiev. Además de a Timur Mindich, antiguo socio y compañero de campaña del presidente Zelensky y hoy huido a Israel (el de los WC).
Pero como con las cosas de comer no se juega, el presidente ucraniano Volodimir Zelensky ya fue a quejarse al presidente estadounidense Donald Trump en febrero pasado: “¡Me faltan cien mil millones de dólares!”. La ayuda comprometida fue de 175.000 millones. ¿Se perdieron por el camino? Ya sabemos que es difícil cruzar el Atlántico… Y, como las matemáticas son una ciencia exacta, vamos a explicar dónde dice Trump que han ido a para esos 100.000 mil millones que no han llegado Ucrania. Según el Center for Strategic and International Studies, “sólo una parte de la ayuda pasa por el control ucraniano” y el resto no llega directamente a Ucrania, como el entrenamiento de las fuerzas ucranianas en los Estados Unidos, la asistencia humanitaria o el apoyo de inteligencia.
¿Pero a mí lo que me importa es saber dónde están los 177.500 millones de euros de los europeos? Al menos, ésa es la cifra oficial entregada a Zelensky, y que reconocen de común acuerdo el Consejo y la Comisión Europea a fecha de hoy. El último informe sobre la auditoría de los fondos europeos destinados a Ucrania data de 2021, cuando las cantidades eran ínfimas comparadas con las actuales. Y el informe era demoledor. Tanto como el informe de 2016, cuando el Tribunal de Cuentas Europeo (TCE) alarmó a las instituciones europeas con un grito desgarrador que hizo temblar los cimientos de Bruselas y le cortó el chorrito hasta al “maniquin pis”: “Es imposible saber cómo se gastó el dinero en Ucrania”. Y eso ocurría en un país en paz.
Si bajamos al detalle, a una parte de la cantidad reconocida en estos más de tres años de guerra, la Comisión Europea parece darlo por perdido y asegura al Tribunal de Cuentas que, tranquilos, que ya auditaréis a partir de 2028. Al menos, eso es lo que se reconoce en el Reglamento que regula el Plan de Facilidad para Ucrania 2024-2027, con un presupuesto de hasta 50.000 millones de euros en subvenciones y préstamos para su reconstrucción.
Nada más lejos. Porque, para su control, la Comisión ha instituido una Junta de Auditoría del Mecanismo para Ucrania. Su principal tarea, dice, es supervisar si los fondos de la UE se utilizan de conformidad con el principio de buena gestión financiera. Tras una búsqueda exhaustiva e inútil sobre su composición, le pregunto a la IA y me dice: “La Junta de Auditoría del Mecanismo para Ucrania no es un organismo oficial existente”. Y añade que se refiere a un “posible” organismo de control.
¿Pero cómo? Pero si tiene un presupuesto establecido en el mecanismo que nos cuesta otros 11 millones de euros hasta 2028 y dos sedes oficiales: una en Bruselas y otra oficina en Kiev. Recordemos que, en cada partida de dinero que sale del Banco Central Europeo hacia Kiev, el Tribunal de Cuentas exige al ejecutivo en Bruselas que le garantice la posibilidad de control de forma específica y especificada en la norma que aprueba la transferencia de dinero de los bolsillos de los ciudadanos europeos a las arcas de Zelensky y su gobierno, el de los WC de oro. Yo quiero saber quién forma parte de la Junta, quién audita y dónde están mis euros.
Pero no pasa nada, porque la Unión Europea confía ahora en el sistema de control interno del sector público de Ucrania que, dice, “proporciona una supervisión financiera eficaz, en consonancia con los estándares de la UE en materia de transparencia y rendición de cuentas”. El sistema de control ucraniano ha resultado tan eficaz que ha tenido que ser la agencia Anticorrupción (NABU), controlada por el FBI, la que ha puesto en vilo al menos a 80 altos funcionarios de la Administración de Zelensky. Y siguen bajo la espada de Damocles, ya que sólo se han desvelado 100 de las 1.000 páginas de que consta el informe.
Precisamente, la NABU estuvo a un paso de ser aniquilada este verano con una ley refrendada por Zelensky que la ponía a los pies del Gobierno. Los ucranianos salieron a la calle y no prosperó. Mientras tanto, el Tribunal de Cuentas Europeo se limita a controlar el dinero que los Estados miembros destinan a la asistencia de los millones de refugiados ucranianos en la UE, obviando los miles de millones que también han cruzado la frontera, pero hacia el este. No hay más informes. Sin control.

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