Las murallas que rodearon Carthago Nova marcaron el poder y la riqueza de una de las colonias más prósperas del Mediterráneo occidental. La ciudad, fundada por los cartagineses y convertida después en centro romano, creció gracias a sus minas, su puerto natural y su posición estratégica en las rutas comerciales de Hispania.

Las reformas urbanas, los templos y las termas atestiguaron un periodo de prosperidad que consolidó su papel como capital provincial. Ese mismo entramado urbano, siglos después, ha devuelto un testimonio singular de la administración romana y de sus prácticas políticas .

Un vaso de cobre grabado desvela el nombre de un gobernador desconocido

El hallazgo de un recipiente de metal grabado con una inscripción inédita ha permitido identificar el nombre de Spurius Lucretius Tricipitinus , un gobernador hasta ahora desconocido. La pieza, una sitella o vaso de aleación de cobre, apareció fragmentada entre los restos de un edificio del Parque Arqueológico del Molinete.

La lectura del epígrafe reveló la palabra sortes , término que designaba las tablillas usadas en los sorteos administrativos o religiosos. Según los investigadores, esta urna servía para extraer nombres o decisiones al azar , en un procedimiento llamado sortitio .

El uso de estos vasos se documenta desde finales de la República. En ellos se introducían tablillas de madera o metal con nombres o decisiones que luego se agitaban y extraían. La sitella hallada en Cartagena confirma la extensión de este sistema a las provincias hispanas . También sugiere que los sorteos no se limitaban a la vida política, sino que podían relacionarse con prácticas oraculares. La cercanía del hallazgo a un santuario dedicado a Isis y la presencia de una cornucopia, símbolo de la diosa Fortuna, refuerzan la hipótesis de un uso ritual asociado a la adivinación.

Un linaje antiguo reaparece en la epigrafía cartagenera

El epígrafe permite identificar a Spurius Lucretius Tricipitinus como gobernador de la Hispania Citerior. Este nombre pertenece a una familia romana muy antigua , la gens Lucretia , activa desde los primeros siglos de la República. El cognomen Tricipitinus había desaparecido de los registros epigráficos desde el siglo IV a. C., de modo que su reaparición en Cartagena representa un hallazgo de gran relevancia histórica. En lingotes de plomo hallados en la región se leen también marcas con el nombre abreviado S. LVCRETI. S. F. , posible indicio de una conexión familiar con la explotación minera local.

El cargo de quaestor pro praetore sitúa a Tricipitinus en una posición de autoridad plena, poco habitual en la Hispania Citerior,

El cargo mencionado en la inscripción, quaestor pro praetore , indica una situación administrativa excepcional. Los cuestores eran funcionarios encargados de la tesorería provincial, pero en ocasiones asumían la autoridad plena de gobierno cuando el pretor titular estaba ausente o había muerto. En la provincia Hispania Citerior solo se conocía otro ejemplo de este título, el de Cneo Calpurnio Piso en el año 65 a. C.

Los investigadores sitúan el mandato de Lucretius Tricipitinus entre los años 47 y 27 a. C. , antes de la reorganización administrativa de Augusto. Una inscripción del siglo XVII hallada en Cartagena con restos del mismo cargo permite completar su nombre y confirmar que se trata del mismo personaje, responsable además de financiar obras públicas en la ciudad .

El incendio del Edificio del Atrio selló un testimonio de la vida romana tardía

Los restos carbonizados donde apareció la sitella pertenecen al Edificio del Atrio , levantado en época flavia cerca del puerto. Originalmente fue un espacio público que, hacia el siglo III d. C., se transformó en viviendas y talleres. Un incendio destruyó el inmueble en torno al año 300 d. C.

El recipiente metálico, guardado en la planta superior, quedó aplastado por las vigas y conservado entre los escombros . Su recuperación ha permitido conocer una pieza única que enlaza la vida doméstica tardía con la administración romana de la República final.

De esta manera, el vaso hallado en Carthago Nova, reconstruido a partir de sus fragmentos, confirma la existencia de un gobernador poco documentado y de un procedimiento de sorteo que aunaba función política y práctica religiosa. Su estudio abre nuevas vías para comprender cómo una familia senatorial romana trasladó su influencia económica a la península y cómo esos lazos se tradujeron en obras públicas y cultos locales que aún hoy emergen del subsuelo cartagenero.