Azúcar blanco, moreno, miel, panela, stevia, sacarina… La lista de opciones para endulzar es tan larga como confusa para el consumidor, ¿hay formas de endulzar más saludables que otras? Para no caer en falsas creencias ni en modas, preguntamos al nutricionista Aitor Sánchez, director del centro de nutrición Aleris, qué diferencia realmente a unos endulzantes de otros.

“En términos generales, solemos decir que hay ciertos azúcares que son menos adecuados, sobre todo los azúcares simples o los azúcares libres, que son menos deseables”, comenta el nutricionista. Esos son todos los que no son intrínsecos a los alimentos, sino que se encuentran agregados, o de forma natural excepcionalmente en ciertos alimentos como la miel, los jarabes o los zumos.

“Es verdad que lo que podría ser poco adecuado para prevenir el sobrepeso y la obesidad, por ejemplo, puede ser perfecto para un ciclista durante una prueba de actividad física intensa”, contextualiza Sánchez. “Pero en términos muy globales, los azúcares libres son más perjudiciales para la salud y deberíamos limitar su consumo a, como mucho, 25 gramos al día”, detalla.

No hay unos azúcares más saludables que otros

Por tanto, el experto aclara que no hay azúcares más saludables que otros, ya que ninguno tiene un aspecto positivo para la salud, sino menos concentrados. “Creo que el problema es que se ha comunicado siempre mal lo que son en realidad estos tipos de azúcares: la panela, el azúcar moreno, la miel... en realidad son azúcares menos concentrados. Es decir, un azúcar moreno a lo mejor es un 98% azúcar y una panela puede ser un 90% o un 85% azúcar”, explica el experto. “Pueden tener en todo caso un menor impacto negativo que el azúcar, pero de manera muy poco significativa”, valora.

“Si nos vamos al mundo de los edulcorantes, sí que vemos una diferencia significativa, porque no son azúcares, no tienen el mismo efecto en el organismo, sino que únicamente contribuyen a dar sabor dulce sin el impacto negativo del azúcar, lo que no quiere decir que no tengan también su propio impacto”, aclara Sánchez.

“Los edulcorantes generan otro impacto distinto a nivel digestivo. Mantienen, por ejemplo, la cascada de recompensa en el cerebro, nos siguen acostumbrando también al sabor dulce. Es decir, que aunque no tengan la pega calórica o la pega de la glucemia de los azúcares, también tienen otro efecto que no podemos considerar inocuo”, destaca el nutricionista. 

Cuanto menos, mejor

“Yo lo que recomendaría tanto para endulzantes como para edulcorantes es que los limitemos a lo largo del día”, resume el experto. “El mensaje debería ser cuanto menos mejor, pero que no hay que hacer un drama si le echamos un poco de azúcar o edulcoramos algún café o nos tomamos alguna de estas bebidas azucaradas de forma esporádica. Su consumo es seguro, pero lo más responsable es moderarlo”, asegura. 

Sánchez destaca este punto para desmentir una de las falsas creencias más extendidas con respecto a los edulcorantes: “Creo que sigue un poco este mito de que son muy dañinos, casi como si fuesen venenosos. Quizá no tanto como a inicios de siglo, cuando se creía que la sacarina o el aspartamo eran cancerígenos, pero sigue existiendo la idea de que son muy peligrosos, cuando más bien se trata de que no son inocuos”. 

“En cuanto a los azúcares, creo que aunque cada vez es menos frecuente, sigue estando este mito de que tomar azúcar es bueno para el rendimiento mental”, señala el nutricionista. “Se sabe que no es así, que tomar productos azucarados no es bueno para el desempeño mental. Lo que es bueno es simplemente el haber consumido una buena comida a lo largo del día, pero no tiene por qué ser a partir de azúcares libres, además de otros factores como la hidratación o la actividad física”, añade.