Las parejas casadas ingresaron a un edificio federal en San Diego la semana pasada para entrevistas de “green card” que creían asegurarían su futuro juntos en Estados Unidos. La mitad de cada pareja era estadounidense. Stephen Paul vino con su esposa británica y su bebé de 4 meses. Audrey Hestmark llegó con su esposo alemán, días antes de su primer aniversario de bodas. Jason Cordero acompañó a su esposa mexicana.

Se suponía que sería un hito de celebración, el paso final en el proceso para obtener la residencia permanente en Estados Unidos. En cambio, cuando cada entrevista con un oficial de inmigración terminaba, agentes federales irrumpían, esposaban al cónyuge extranjero y se lo llevaban.

“Tuve que tomar a nuestro bebé de los brazos de mi esposa llorando”, dijo Paul, de 33 años, reco

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