WASHINGTON (AP) — El FBI realizó un arresto el jueves en su investigación de casi cinco años sobre quién colocó bombas de tubo en Washington en la víspera de los disturbios del 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Estados Unidos.

El arresto constituye la primera vez que los investigadores identifican a un sospechoso en un acto que, durante mucho tiempo, ha desconcertado a las fuerzas del orden, ha generado una multitud de teorías de conspiración y se ha mantenido como un misterio perdurable a la sombra del oscuro capítulo de la historia estadounidense que fue el violento asedio al Capitolio.

El sospechoso detenido fue identificado como Brian Cole, según tres personas familiarizadas con el asunto. Dos de ellas dijeron que vivía en Woodbridge, Virginia, un suburbio de Washington, D.C.

Hasta el momento, no se dispone de más detalles, como los cargos que podría enfrentar Cole. Las personas que describieron el arresto no estaban autorizadas para hablar públicamente de un caso que aún no se ha divulgado y declararon bajo condición de anonimato.

Hasta el jueves, las llamadas a los familiares de Cole listados en registros públicos no habían sido respondidas.

Las bombas de tubo fueron colocadas la noche del 5 de enero de 2021, cerca de las oficinas de los comités nacionales Demócrata y Republicano en el Distrito de Columbia. Nadie resultó herido antes de que fueran desactivadas, pero el FBI ha dicho que ambos dispositivos podrían haber sido letales.

En los años transcurridos desde entonces, los investigadores han buscado la ayuda del público para identificar a un sujeto cuya imagen quedó grabada por las cámaras de vigilancia, aun mientras luchaban por hallar respuestas a preguntas básicas, como el género y el motivo de la persona, y si el acto tenía una conexión clara con los disturbios en el Capitolio ocurridos un día después, cuando los partidarios del presidente Donald Trump tomaron por asalto el edificio en un intento de detener la certificación de la derrota electoral de 2020 del republicano ante el demócrata Joe Biden.

En busca de un avance, el FBI publicó en enero pasado información adicional sobre la investigación, incluido el cálculo de que el sospechoso medía alrededor de 1,70 metros, así como un video previamente no divulgado del individuo colocando una de las bombas.

Durante años, la agencia había luchado por identificar a un sospechoso, a pesar de cientos de pistas, una revisión de decenas de miles de archivos de video y un importante número de entrevistas.

En ausencia de pruebas más contundentes, los legisladores republicanos y los medios de comunicación de derecha promovieron teorías de conspiración sobre las bombas de tubo. Los republicanos de la Cámara también criticaron las fallas de seguridad, cuestionando cómo las fuerzas del orden no detectaron las bombas durante 17 horas. Dan Bongino, el actual subdirector del FBI, planteó la posibilidad el año pasado, antes de ser elegido para su puesto, de que el acto fuera un “trabajo interno” que requirió un “encubrimiento masivo”.

Los dos principales líderes del FBI, Bongino y el director Kash Patel, buscaron dar nueva vida a la investigación a pesar de haber criticado abiertamente el enfoque general de la agencia sobre el asedio del 6 de enero y pese a los indultos que Trump concedió en su primer día de regreso en el cargo a los alborotadores que asaltaron el Capitolio, incluidos aquellos que atacaron violentamente a la policía con palos y otras armas improvisadas.

El mes pasado, en un extenso mensaje en X, Bongino escribió que el FBI había incorporado nuevo personal para revisar el caso y “aumentado drásticamente los recursos de investigación” junto con la recompensa pública por información “para utilizar pistas de colaboración colectiva”.

A lo largo de los años, la atención pública se había centrado en parte en un video de vigilancia tomado la noche anterior al disturbio, en el que el sospechoso aparece moviéndose por las manzanas circundantes, deteniéndose en un banco del parque, atravesando un callejón y deteniéndose nuevamente cuando pasaba un paseador de perros, todo ello durante cerca de una hora.

La persona vestía una sudadera clara, pantalones oscuros y zapatillas, con una mochila oscura colgada sobre un hombro. Los investigadores han dicho durante mucho tiempo que la forma de caminar sugería que el sujeto era un hombre, pero una mascarilla quirúrgica y una capucha hacían que el rostro fuera casi imposible de ver.

Los agentes combinaron su revisión de videos con una amplia exploración de registros digitales. Reunieron datos de torres de telefonía móvil que mostraban qué teléfonos estaban activos en el vecindario en ese momento y emitieron citaciones a varias empresas tecnológicas, incluida Google, para obtener información de ubicación.

Los investigadores también analizaron transacciones con tarjetas de crédito de tiendas de pasatiempos y grandes minoristas para identificar a clientes que hubieran comprado componentes similares a los utilizados en los dos dispositivos, cada uno de aproximadamente 30 centímetros de largo y lleno de pólvora y metal, según dos agentes de las fuerzas del orden familiarizados con la investigación.

Otra vía de la investigación se centró en los zapatos del sospechoso, que se cree que son Nike Air Max Speed Turfs. Después de que Nike informara que miles de pares habían sido distribuidos a través de más de dos docenas de minoristas, los agentes presentaron citaciones para obtener registros de tarjetas de crédito de Foot Locker y otras cadenas mientras trabajaban para reducir el número de posibles compradores. Aun así, durante años, no lograron avances sólidos.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.