Mientras Puerto Rico lidia con apagones casi semanales, los residentes más vulnerables de la isla—pacientes con oxígeno, cuidadores de adultos mayores y familias agotadas—se desmoronan en las sombras, con vidas marcadas por cortes de luz que ya no esperan a que lleguen los huracanes.

Cada parpadeo es una advertencia

En Mayagüez, cuando se apaga el zumbido del refrigerador, Nilda Rivera no espera a ver si es solo una falla momentánea. Se lanza de inmediato. En cuestión de segundos, ya está jalando el cordón de arranque del generador de gasolina que mantiene en funcionamiento la máquina de oxígeno de su madre de 86 años. No hay margen para el error.

“Tiene insuficiencia renal, problemas cardíacos y EPOC”, contó Rivera por teléfono a EFE. “Cada vez que se va la luz, el corazón se me aceler

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