En Estados Unidos, una tendencia en redes sociales conocida como Girls on Lexapro ha llamado mi atención —especialmente porque yo misma tomé este medicamento para combatir el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) que me aflige desde la infancia.

A primera vista, parece una estrategia para generar conciencia sobre la salud mental, pero en realidad trivializa el uso del medicamento al convertirlo en una especie de accesorio de bienestar.

Lexapro (o escitalopram) es un antidepresivo conocido como inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS). Se utiliza principalmente para tratar la depresión mayor y otros trastornos de ansiedad, como el TOC. Este fenómeno no es casual. Las farmacéuticas han perfeccionado lo que el autor James Davies llama la mercantilización del sufrimiento, tra

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