El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reunirá este viernes con el líder ruso, Vladímir Putin, en Anchorage, Alaska. Esta será la primera reunión bilateral desde que Trump regresó a la Casa Blanca. Sin embargo, la Casa Blanca ha rebajado las expectativas, describiendo el encuentro como un "ejercicio de escucha". La secretaria de prensa, Karoline Leavitt, enfatizó que no se esperan grandes acuerdos ni anuncios de alto el fuego.

Leavitt explicó que el objetivo principal es que Trump pueda "medir" la disposición de Putin para poner fin a la guerra en Ucrania. La ausencia del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha sido notable, ya que la cumbre fue organizada a petición de Putin. La reunión se produce tras la escucha de un plan para Ucrania en Moscú, que incluye un cese de hostilidades condicionado a que Ucrania renuncie a territorios clave, algo que Zelenski considera inaceptable.

Trump ha prometido sanciones si no recibe señales de paz de Putin y ha manifestado que está dispuesto a abandonar las conversaciones si no ve posibilidades de acuerdo. "Puede que diga: buena suerte, sigan luchando, o que vea opciones para un trato", comentó el presidente.

Este encuentro se da siete años después de la polémica rueda de prensa en Helsinki, donde Trump fue criticado por alinearse con Putin en contra de las conclusiones de sus propios servicios de inteligencia. En Rusia, la reunión es vista como una oportunidad para mejorar las relaciones bilaterales, con altos funcionarios del Kremlin sugiriendo que se discutirán proyectos conjuntos en infraestructura y energía en el Ártico.

Mientras tanto, los europeos están preocupados de que el Kremlin utilice la oferta de alto el fuego para evitar nuevas sanciones estadounidenses. La reciente expiración del último paquete de sanciones contra Rusia ha generado inquietud, lo que llevó al canciller alemán, Friedrich Merz, a convocar una llamada entre las grandes potencias del continente para asegurar que Trump no ceda a las exigencias de Putin.

Los propagandistas rusos han afirmado que la guerra no terminará en Alaska, y algunos, como el popular Vladímir Soloviov, sostienen que "la victoria total es inevitable".