“Solo puede haber tolerancia cero para la corrupción, trabajo en equipo claro para exponer la corrupción y, como resultado, una sentencia justa”.

La expresión con la que el pasado 2 de agosto, Volodímir Zelenski saludó el descubrimiento de una red de corrupción en la compra de drones para su uso en la guerra contra Rusia podría resultar inequívoca sobre los esfuerzos llevados adelante por el gobierno de Ucrania para combatir la corrupción enquistada en el Estado a nivel estructural. Sin embargo, la realidad sería muy distinta.

Con su anuncio, el Ejecutivo intentó construir todo un acontecimiento político para, de ese modo, dejar atrás la torpe iniciativa legal con la que, por pocos días, situó bajo su control directo a la Oficina Nacional Anticorrupción de Ucrania (NABU) y a la Fiscalía

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