Desde 2018, el gobierno federal ha apostado por repartir dinero a millones de mexicanos como principal estrategia contra la pobreza. Sin embargo, esta política no ha creado empleos formales ni aumentado la productividad. Al contrario, ha vaciado las arcas públicas y obligado a endeudar más al país para sostenerla.
En Oaxaca, el 26% de la población vive en pobreza extrema y el 70% en pobreza general. Sobrevivir con 48 pesos diarios apenas permite comprar un kilo de tortilla y otro de leche. Las transferencias ayudan momentáneamente, pero no atacan las causas reales: falta de empleo digno y actividad económica.
Claudia Sheinbaum, en lugar de corregir el rumbo, ha decidido ampliar los programas de transferencias directas. Aunque se presentan como medidas para combatir la pobreza, su verdade