Faltan tres semanas para las elecciones en provincia de Buenos Aires, una escala peligrosa para el Gobierno en la carrera hacia octubre donde ahí sí se jugarán lo que más les importa: la composición en el Congreso, pero sobre todo la validación política de su gestión, un elemento muy sensible para los mercados y para los inversores. La pesadilla de las encuestas que leen en la Rosada es que no sólo los números todavía dan paridad en el resultado de la elección de septiembre, sino que además son números de baja certeza porque, como se sabe, no hay candidatos únicos provinciales sino por distrito donde el voto se gestiona de abajo para arriba. Más claramente, depende de la capacidad de tracción de un concejal o un intendente para estimular a la gente a participar, una cualidad muy del pe

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