Bolivia se prepara para unas elecciones generales este domingo, consideradas las más inciertas de las últimas dos décadas. La crisis económica y la fragmentación del Movimiento Al Socialismo (MAS) marcan el contexto de esta contienda. Por primera vez en 20 años, no hay un candidato con clara ventaja. Ocho binomios presidenciales se presentan, tras la renuncia de dos postulantes. La exclusión del expresidente Evo Morales, decidida por el Tribunal Constitucional, ha generado bloqueos y protestas de sus seguidores, pero también ha profundizado la división interna del MAS.

Analistas políticos, como José Ugarte, destacan que "las encuestas muestran un voto disperso, un elevado porcentaje de indecisos y un desgaste evidente en los partidos tradicionales". En este contexto, los candidatos de la oposición de derecha, Samuel Doria Medina y Jorge "Tuto" Quiroga, se perfilan como favoritos, aunque ninguno alcanzaría los márgenes necesarios para evitar una segunda vuelta. Sus propuestas incluyen privatizaciones y liberalización económica para enfrentar la crisis de divisas y la inflación.

El MAS, que dominó la política boliviana durante dos décadas, llega dividido. Eduardo del Castillo, exministro de Gobierno, no logra aglutinar a la militancia histórica del partido, mientras que Andrónico Rodríguez, presidente del Senado y disidente del MAS, no ha conseguido capitalizar el voto de izquierda. Las encuestas indican que el MAS podría no alcanzar el 3% de apoyo, lo que pone en riesgo su continuidad.

El padrón electoral cuenta con 7.937.138 votantes, de los cuales 369.931 votarán desde el extranjero. Bolivia es un país joven, con un 23% de los electores menores de 30 años. La concentración urbana es clave, ya que el 74% de la población reside en Santa Cruz, La Paz y Cochabamba, lo que otorga a estos departamentos un peso decisivo en el resultado.

La Defensoría del Pueblo ha calificado estas elecciones como "las más importantes de los últimos años". En medio de una crisis económica, con una inflación que ha alcanzado el 10% y un crecimiento del PIB de solo 0,7%, el próximo gobierno enfrentará graves desafíos. La jornada electoral se anticipa como un punto de inflexión en el rumbo político del país.