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En una noche de juerga, un policía le hizo saber que era gay al hacerlo sentir como toda una mujer, en una residencia de la avenida Caracas. En ese momento, Klauss consiguió descubrir ese otro “yo” que Stevenson decía que todos tenemos, y dejó de ser solamente Klauss Salcedo para ser, también, Samantha Tesoro, nombre de una muchacha que vivía con su madre y él consideraba como su hermana.

La vida de Klauss se volvió todo un ejercicio ejemplar de resistencia ante una sociedad machista que desprecia la compasión e impone una única forma de ver la vida, haciendo que todo lo que sea diferente sea despreciado y violentado. Así que para Klauss ser travesti se convirtió en una valiente travesía quijotesca, en donde solo él, Klauss, o ella, Samantha, sabía lo que era y lo que podí

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