Los primeros grupos de palestinos llegaron a Chile entre finales del siglo XIX y principios del XX, “con la desmembración y el colapso” del imperio Otomano

Chile se suma a la denuncia de Sudáfrica contra Israel en la Corte Internacional de La Haya

Aunque les separan más de 13.000 kilómetros de distancia, Chile y Palestina mantienen lazos históricos que se remontan a finales del siglo XIX y que han convertido al país sudamericano en el mayor albergue de la comunidad palestina en América y el más grande fuera del mundo árabe, con cerca de 500.000 personas, aunque no existe un censo oficial.

Chile reconoció a Palestina como un Estado “libre, independiente y soberano” en 2011, durante el primer Gobierno del presidente conservador Sebastián Piñera (2010-2014). La comunidad palestina en el país austral está muy organizada y, desde el inicio de la guerra en Gaza, en octubre de 2023, ha movilizado a miles de personas en varias manifestaciones y protestas contra el genocidio. La última, la llamada “Marcha de las ollas vacías”, recorrió el centro de Santiago para protestar contra la hambruna en la Franja.

“Es una comunidad bastante influyente e integrada en la sociedad chilena, muy presente en la vida económica, política, cultural, artística y deportiva del país y en la que hay desde grandes empresarios hasta políticos”, dice a elDiario.es el académico del Centro de Estudios Árabes de la Universidad de Chile Ricardo Marzuca.

Chile toma posición, “puede hacer más”

A medida que Israel ha ido recrudeciendo su ofensiva en Gaza y Cisjordania, Chile ha hecho cada vez más explícita su posición. El presidente chileno, Gabriel Boric, reconocido defensor de la causa palestina, llamó a consultas al embajador chileno en Tel Aviv apenas empezaron a intensificarse los ataques hace casi dos años; ha condenado en múltiples ocasiones y sin eufemismos los asesinatos y asaltos contra la población gazatí; y ha retirado a los agregados militares en Israel.

“La política exterior chilena es una política de Estado que no cambia según el signo ideológico de cada nuevo gobierno. Tiene un carácter continuo y permanente y su primer eje es el respeto irrestricto a los derechos humanos como valor universal en todas circunstancias, tiempo y lugar”, explica a elDiario.es el abogado Nelson Hadad, exembajador de Chile en Jordania, Irán y Egipto.

Junto a México y Colombia, Chile presentó, en enero de 2024 en la Corte Penal Internacional (CPI) una solicitud para investigar posibles crímenes de guerra en Gaza; y en septiembre del mismo año se sumó a la acusación de genocidio contra Israel impulsada por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia, el máximo tribunal de Naciones Unidas.

En su último discurso anual de rendición de cuentas ante el Congreso, a principios de junio, en pleno bloqueo de la ayuda y comida en la Franja, Boric anunció que promoverá una ley para prohibir la importación de productos procedentes de las colonias israelíes, respaldó el embargo de armas promovido por España e instruyó al Ministerio de Defensa un plan urgente de diversificación tecnológica. Sin embargo, más de dos meses después, los flujos comerciales se mantienen.

“Acá el responsable es un Gobierno genocida, no el pueblo de Israel. Los invito a todos a no pelear entre pueblos”, dijo el mandatario, que conoció bien durante su etapa de parlamentario, en la que viajó a Cisjordania.

Para la Coordinadora Palestina en Chile, que reúne a activistas y agrupaciones sociales por la causa, “el Estado de chile puede y debe hacer más”. Proponen sanciones, suspender las relaciones e interrumpir el intercambio de bienes y servicios entre ambos países.

Su dirigente, Pablo Abofoum, opina que Chile, con su posición “privilegiada” en América Latina, podría “impulsar la unidad regional para presionar a Israel” en términos diplomáticos, comerciales y militares.

Una comunidad dedicada al comercio y al textil

Los primeros grupos de palestinos llegaron a Chile entre finales del siglo XIX y principios del XX, “con la desmembración y el colapso” del imperio Otomano, por un lado, señala Marzuca, y “tras la ocupación” de Oriente Medio por parte de potencias europeas como Francia y Gran Bretaña.

Según los estudios, añade, entre finales del XIX, el fin de la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo, después de la creación del Estado de Israel en 1948, habrían llegado a Chile aproximadamente entre 8.000 y 10.000 migrantes árabes, en su mayoría palestinos procedentes de solo tres localidades: Belén, Beit Jala y Beit Sahour.

América era percibida como un mundo nuevo lleno de oportunidades. “La geografía de Chile, desde el punto de vista morfológico, es muy similar al territorio histórico de Palestina (antes de la ocupación de 1948): alargado y bañado por mar”, dice Hadad.

Los primeros árabes que emigraron al país austral optaron por el comercio y los textiles, sectores clave para su crecimiento y desarrollo. Crearon sociedades de beneficencia, organizaciones culturales y levantaron uno de los clubes de fútbol más importantes de la Primera División, conocido popularmente como Palestino. Hoy, en la colonia, hay dueños de grandes bancos privados, industrias e instituciones agrícolas.

Club Deportivo Palestino, “embajador de la causa”

Fundado en 1920 y profesionalizado en la década de los 50, el Club Deportivo Palestino representa los colores e incluso las consignas nacionales de ese territorio y tiene mucha popularidad entre los aficionados. “Se ha consolidado como un auténtico embajador de la causa a nivel mundial, transmitiendo un mensaje de paz, identidad y solidaridad a través del deporte”, señala el club en un dosier para la prensa en el que también habla de ser “un puente” entre las comunidades palestinas de ambos lados del océano.

Para Marzuca, se convirtió en “un elemento de identificación” no solamente en Chile, sino en todo Latinoamérica, y “en un símbolo de la resistencia palestina”.

Con sede en La Cisterna, un barrio popular de la periferia santiaguina, en sus instalaciones lucen símbolos y mensajes en defensa de los derechos de los palestinos, como su lema institucional: “Más que un equipo, todo un pueblo”. Además, los jugadores, que hoy son todos chilenos, se han posicionado frente al conflicto con distintos gestos simbólicos: desde minutos de silencio de rodillas, hasta lazos negros en el brazo en señal de luto, el uso de la kufiya (pañuelo palestino) o pancartas contra el genocidio.

Uno de los hitos más emblemáticos del equipo fue en 2014 cuando en sus camisetas reemplazaron el número uno por la silueta alargada del territorio de la Palestina histórica. “Este hecho, cargado de simbolismo, trascendió las fronteras deportivas y se convirtió en un acto de resistencia cultural que resonó en todo el mundo”, señala el club. Hoy esta prenda ha cuadruplicado sus ventas en todo el mundo, sobre todo en Estados Unidos, Francia, Bélgica y el Reino Unido, y muchos la exhiben en las protestas contra la guerra.

Recientemente se ha conocido que el club santiaguino apoyará a la selección de fútbol de Palestina en la creación de un centro de entrenamiento en suelo chileno y que, además, el país austral será cantera para nuevos jugadores que puedan hacer crecer a la selección en medio de la guerra, que ha provocado la extinción del deporte en el país.