Si su permanencia en el cargo hubiera dependido de un plebiscito popular, quizá el alcalde de Tunja Mikhail Krasnov seguiría rigiendo los destinos de la ciudad. Las encuestas de opinión lo situaban hasta ahora entre los mandatarios locales mejor calificados y no había evidencia alguna de que ya estuviera con “el sol a las espaldas”.
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Sin embargo, el dictamen de la ley es distinto, pues las normas mandan que nadie puede postularse para un cargo de elección popular como ese si dentro del año anterior a la elección es contratista público.
Eso ocurría con Krasnov, llamado popularmente “el ruso”. Diez meses antes de las elecciones, él, que no domina todavía con suficiencia el español trabajaba como contratista en la redacción y revisión de artículos científicos en inglés y en alem