Escribo con cierta tristeza estas líneas. Pena personal pues a lo largo de mi carrera he mantenido que solo era legítimo expresar ideas si al final se indicaba una senda hacia cierta meta; meta que debería ser siempre positiva. Pero hoy voy a romper esta promesa frente al espectáculo que está ofreciendo la clase política ante los incendios que arrasan parte importante de nuestras tierras. Me siento ciertamente pesimista pues no hay esperanza racional de que nuestro sistema político y las personas que lo dirigen mejoren a corto plazo. Por segunda vez en poco tiempo, nuestro enemigo actual más temible, la Naturaleza desbocada, ha mostrado más coherencia que la correspondiente respuesta humana. Primero fue la dana y sus inundaciones en Valencia y Castilla La Mancha. Hace solo unos días, los i

See Full Page