Desde hace más de un siglo, cualquier conversación sobre diamantes colosales empieza y termina con el mismo nombre: Cullinan. Descubierto en Sudáfrica en 1905, este gigante de 3.106 quilates sigue siendo el diamante más legendario de la historia , un récord absoluto que parecía inalcanzable. Su destino, tras ser tallado, fue adornar las Joyas de la Corona Británica, cimentando para siempre su lugar en la historia no solo de la gemología, sino de la monarquía. Al igual que estas gemas se convierten en cápsulas de la historia humana, la ciencia moderna nos permite desvelar relatos aún más antiguos, como los que guarda el , ofreciendo una nueva ventana a nuestro pasado.
Ahora, un nuevo gigante emerge de las profundidades para desafiar, si no el trono, sí el podio de los hallazgos más extra