Media España vive con una obsesión: la caída de Pedro Sánchez . Como si fuera ya cuestión de calendario. Como si un simple tic-tac lo derribara.
Pero esa convicción tiene más de fe que de análisis político.
Junts lo sabe. Carles Puigdemont , su discutido líder de Waterloo, amenaza, monta bronca y participa en votaciones surrealistas en el Congreso, el único reducto de poder que atesora. Siempre fallidas. Al final recula. La amnistía es su chaleco salvavidas y no lo va a reventar. Hasta 2026 no habrá sentencia firme.
Hasta entonces, teatro de Jordi Turull . Amateur y repetitivo. Ni oposición en Cataluña ni presencia real en Barcelona. ¿Dónde está la bolita del futuro de la antigua CDC?
En la banca, lo mismo. Carlos Torres se aferra al Sabadell . “Seguiremos aunque solo alcan