El día 31 de octubre solía ser un día muy ajetreado en los despachos de la Conselleria de Hacienda. Esa madrugada, los técnicos y dirigentes cerraban los últimos detalles de los presupuestos para presentarlos en tiempo y forma a las Corts Valencianes, como indica la ley antes de acabar el mes de octubre, para empezar su tramitación parlamentaria. El año pasado, la terrible dana evitó que esto sucedieran y la negociación posterior con Vox alargó su aprobación hasta finales de mayo. Este año, en un momento de plena incertidumbre política y con el aumento de la presión política y social sobre el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, los plazos presupuestarios no han sido la primera prioridad del Consell y no se cumplirán.

Pese a que el martes la vicepresidenta y portavoz de la Generali

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