Cuando fui eurodiputada en la legislatura 2014-2019 dediqué esfuerzos en denunciar el drama de cristianos, el grupo más perseguido del mundo según informes de organizaciones como Open Doors y la Comisión Internacional de Persecución de Cristianos (ICC). En 2018, alerté en el artículo titulado Cristianos: una masacre llevadera , en este periódico donde les escribo, sobre las masacres en Nigeria y la represión en China, temas que siguen vigentes y se han agravado en 2025, especialmente en África subsahariana. Esta región representa el 36% de los casos globales de persecución extrema contra cristianos, con Nigeria y Sudán como epicentros de violencia sistemática por parte de grupos yihadistas como Boko Haram, ISWAP (Provincia del Estado Islámico en África Occidental) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF).

Los cristianos, como el grupo más perseguido, son víctimas de la violencia en al menos 25 países africanos , incluyendo Nigeria, Sudán, República Democrática del Congo (RDC), Somalia, Mozambique y Burkina Faso. En 2025, el Informe Mundial de Persecución de Puertas Abiertas clasifica a Nigeria como el séptimo peor país para los cristiano s, con más de 7.000 asesinados en los primeros siete meses del año (un promedio de 35 al día). Desde 2009, se estiman 62.000 muertes en Nigeria, 18.000 iglesias incendiadas y 2.200 escuelas cristianas destruidas.

Ya en este artículo del 2018 comparaba estas matanzas con genocidios históricos , criticando la indiferencia occidental y llamando a una «respuesta moral» que incluyera presión diplomática y sanciones. En aquella época hablé de China, también, destacando el control estatal sobre iglesias y la prohibición de culto para menores, un patrón similar al de África: vigilancia, conversión forzada y violencia étnico-religiosa. Y en el Parlamento Europeo, abogué por enmiendas legislativas y preguntas plenarias para proteger el legado cultural cristiano. Hoy, esta crisis es «olvidada» por la ONU y la UE, pese a que genera 16,2 millones de desplazados en África subsahariana. Grupos como Boko Haram y el ISWAP han matado decenas de miles de cristianos en una década, aunque también atacaron a musulmanes moderados.

En Sudán, tras 18 meses de sitio, las RSF (evolución de las milicias Janjaweed) tomaron El Fasher (Norte de Darfur) el 27 de octubre , ejecutando a más de 2.000 civiles en 48 horas: ejecuciones sumarias, violaciones (incluyendo a niñas de 15 años y bebés, según UNICEF), y masacres en el hospital maternidad saudí ( 460 muertos , maridos obligados a presenciar las violaciones, etc.). Podría constituir un genocidio étnico contra no árabes (masalit, zaghawa). Desde abril 2023, el SAF (el ejército) contra el RSF han causado 150.000 muertes, 12 millones de desplazados y la peor crisis humanitaria mundial (30 millones necesitan ayuda). Todo esto se complica porque el apoyo externo de los Emiratos (EAU) a RSF y Rusia/Irán a SAF prolongan el conflicto.

El impacto en las comunidades cristianas es devastador, con grupos enteros masacrados . El mundo asistía hasta ahora sin esperanza, pero parece que el drama ha conmovido al presidente Trump. El 1 de noviembre, el presidente estadounidense designó a Nigeria como «País de Preocupación Particular» (CPC) por sus violaciones a la libertad religiosa , ordenando al Pentágono preparar «acción rápida y sin piedad» contra terroristas si el Gobierno no detiene las matanzas de cristianos, según Semafor. Anunció el corte inmediato de toda ayuda estadounidense (más de 1.000 millones de dólares anuales) y advirtió: «Entraremos con armas en ristre  para eliminar a los terroristas islámicos». Esto ha provocado por fin algunas reacciones en los líderes nigerianos: el presidente Bola Tinubu respondió que la acusación de intolerancia religiosa «no refleja la realidad nacional» y enfatizó la tolerancia como pilar constitucional. Los analistas describen al Gobierno como «descolocado», sin embajador en EE.UU para mediar, y temen que la intervención sea contraproducente, desviando foco de Boko Haram a tensiones con una superpotencia.

Nadie duda de que sea un problema complicado que va más allá del conflicto religioso. Pero por lo menos alguien con capacidad de impedir el desastre quiere mover el tablero. Ojalá.