Un intento por recuperar el control de un yate retenido en el puerto de Barcelona ha sacado a la luz los vínculos de un alto ejecutivo ruso del sector de la defensa y amigo de Putin y revela cómo las élites rusas recurren a complejas redes para esconder sus propiedades de la mano de importantes bufetes de abogados

Los oligarcas rusos se juegan sus yates de lujo en el Tribunal Supremo

Principales hallazgos: • Hace dos años, los abogados que representaban a una empresa offshore acudieron a los tribunales españoles para intentar recuperar un superyate retenido en el puerto de Barcelona por sus presuntos vínculos con Sergei Chemezov, un estrecho colaborador de Vladímir Putin. • Se cree que Chemezov posee activos millonarios fuera de Rusia a través de testaferros o sociedades pantalla. • Los documentos judiciales analizados por The Kyiv Independent han revelado que el yate ha ido cambiando de titularidad. • Se cree que los tres titulares del yate han sido meros testaferros de Chemezov, que ha intentado esquivar las sanciones y liberar el activo. • El yate pertenecía inicialmente a un magnate ucraniano del transporte de armas que compró un lujoso apartamento en una de las Torres Trump de Nueva York y tenía vínculos comerciales con Chemezov. Cuando el propietario ucraniano falleció repentinamente, el yate pasó a manos de la hijastra de Chemezov. • Las autoridades estadounidenses podrían proceder a la incautación del yate, como hicieron con el barco de otro oligarca ruso también en España.

En marzo de 2025, un bufete de abogados estadounidense firmó un acuerdo para representar al ciudadano ruso Sergei Chemezov en sus esfuerzos por levantar las sanciones en su contra. En una declaración pública sobre el acuerdo, presentada y divulgada en virtud de la Ley de Registro de Agentes Extranjeros de Estados Unidos (Foreign Agents Registration Act, FARA), se describe a Chemezov como “un empresario y filántropo reconocido internacionalmente”.

El documento no menciona el hecho de que el conglomerado estatal ruso Rostec, que Chemezov ha dirigido durante 18 años, fabrica armas y desempeña un papel central en la maquinaria de guerra de Rusia. De hecho, Rostec suministra hasta el 80% de las armas utilizadas por el ejército ruso en su guerra contra Ucrania, incluidos aviones de combate, helicópteros de combate, misiles, drones, tanques y sistemas de artillería.

Chemezov y Vladímir Putin son amigos desde hace muchos años. Forjaron su amistad en la agencia de espionaje soviética, KGB. Chemezov parece contar con la confianza de su excamarada espía, como demuestra el hecho de que haya estado durante tantos años al frente del gigante armamentístico ruso Rostec.

Las sanciones que Estados Unidos y la Unión Europea impusieron a Chemezov en 2014, y que en 2022 se hicieron extensivas a su familia, guardan relación con su implicación en la guerra de Rusia en Ucrania y su posición dentro del entorno más próximo de Putin.

Las sanciones han afectado visiblemente a Chemezov. Tras la segunda ronda de medidas impuestas contra él y su familia en 2022, contrató abogados en Estados Unidos y en la Unión Europea —algunos de forma directa, otros a través de su hijastra y de una empresa offshore— para impugnar las restricciones.

Sin embargo, este paso ha tenido consecuencias inesperadas. Los intentos de descongelar el activo extranjero más caro vinculado a Chemezov, un lujoso yate de recreo, han revelado que el oligarca del sector de la defensa tiene activos de gran valor en el extranjero a través de testaferros.

El complejo entramado para ocultar la propiedad del superyate de Chemezov permite vislumbrar cómo la élite del poder en Rusia maniobra para preservar su patrimonio fuera del país y evadir las sanciones, con el asesoramiento de importantes bufetes de abogados de Occidente.

El yate que desveló el secreto

El superyate Valerie, de 85 metros de eslora, rebautizado en 2022 como Meridian A, fue construido para la navegación de recreo, pero lleva casi tres años y medio sin utilizarse. El barco, con un valor estimado de unos 121 millones de euros, no ha podido salir del puerto de Barcelona desde marzo de 2022. Las autoridades españolas inmovilizaron el yate poco después de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, debido a la supuesta conexión del barco con Sergei Chemezov, una figura clave en la industria de defensa rusa.

En ese momento, Chemezov ya estaba sometido a las sanciones impuestas por la UE y Estados Unidos tras la invasión rusa del este de Ucrania y la anexión de Crimea en 2014, lo que implicaba que todos los activos que poseyera o controlara en territorio europeo o estadounidense debían permanecer congelados.

Aunque es muy probable que Chemezov sea el propietario real del yate, nunca ha figurado como titular legal de la embarcación. La propietaria formal era su hijastra, Anastasia Ignatova, cuya ocupación oficial —profesora de ruso— difícilmente justificaría los ingresos necesarios para adquirir un yate valorado en 121 millones de euros. Incluso así, su nombre aparecía solo al final de una red de empresas offshore.

El hecho de que el yate estuviera registrado a nombre de la hijastra de Chemezov a través de sociedades offshore se hizo público unos meses antes de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, cuando el Proyecto de Denuncia de la Corrupción y el Crimen Organizado (Organized Crime and Corruption Reporting Project, OCCRP) publicó su investigación Pandora Papers, basada en una filtración de documentos fiduciarios procedentes de las Islas Vírgenes Británicas.

En la primavera de 2022, poco después de que el yate fuera inmovilizado, la Unión Europea y Estados Unidos incluyeron a la hijastra de Chemezov en sus listas de sanciones, reforzando así la prohibición de usar o vender la embarcación. Es el activo más valioso hasta ahora relacionado con Chemezov, lo que quizá explique la prontitud con la que sus abogados trataron de revertir las restricciones. Los abogados españoles, en representación de una sociedad offshore registrada en las Islas Vírgenes Británicas y propietaria del yate, intentaron impugnar la decisión de las autoridades de inmovilizar la embarcación. Además, recurrieron ante el Tribunal de la UE para solicitar que se eliminara de las decisiones de sanción toda referencia a la hijastra de Chemezov como propietaria del yate.

The Kyiv Independent ha analizado las sentencias de los tribunales españoles. El proceso judicial en España resultó revelador. Lejos de liberar el yate, puso de manifiesto información inédita sobre el modo en que Chemezov habría registrado sus bienes en el extranjero para ocultar su titularidad, sin ser objeto de cuestionamiento alguno en Rusia por su ostentoso nivel de vida en el exterior.

Las autoridades españolas se habían estado documentando a conciencia. La Agencia Tributaria española llevó a cabo su propio estudio sobre el entramado de sociedades propietarias del yate. La agencia descubrió que la propiedad del yate se transfirió a la hijastra de Chemezov el 17 de abril de 2018, después de que ella adquiriera la empresa registrada en las Islas Vírgenes Británicas, Sightview Consultants Limited. Esta empresa offshore poseía acciones en otra empresa registrada en las Islas Vírgenes Británicas, Linkpoint Services Limited, que era propietaria del yate en ese momento.

Además, las autoridades españolas hallaron indicios de que Chemezov podría haber sido el propietario real del yate desde su construcción en 2011, aunque figuraba a nombre de un ciudadano ucraniano que actuaba como testaferro.

Conexión ucraniana; apartamento en las Torres Trump

Los expedientes judiciales de las autoridades españolas no revelan el nombre del hombre que fue, al menos formalmente, el primer propietario del superyate Valerie. Sin embargo, los expedientes mencionan tres detalles importantes sobre él. En primer lugar, trabajó en la gestión de una filial del conglomerado ruso Rostec, dirigido por Chemezov. En segundo, que tenía vínculos con MSA Marmara Yachting LLC, una empresa dedicada al mantenimiento de yates. Y por último, que falleció repentinamente a finales de 2017.