Debajo de las aguas turquesas de la isla de Vieques, un paraíso caribeño de Puerto Rico donde EE.UU. estableció una base militar por más de 60 años, acechan varios peligros: las bombas "dormidas" que reposan en el fondo del mar y el temor de que la zona sea nuevamente usada por la Marina estadounidense para sus prácticas bélicas.

En 1941 el Congreso de EE.UU. le dio el visto bueno a la creación de una base militar en Vieques. Para su construcción se expropiaron unos 85 km² de los 136 km² que mide en total y se desplazaron a los habitantes al centro de la isla,  recoge la Enciclopedia PR.

Allí se hacían entrenamientos de campo de tiro, de tropas, desembarcos, montaje y desmontaje de minas y bombardeos de aire, mar y tierra con explosivos que podrían pesar unos 2.200 kg.

Pescadores recuerdan lugar donde falleció David Sanes en 1999 en Vieques, Puerto Rico. Gettyimages.ru

Más de sesenta años dejaron profundas heridas entre los viequenses. Además de enfermedades causadas por el uso de explosivos químicos, aún hay bombas enterradas en el mar y otras que han sido retiradas muy lentamente del terreno, sin control ambiental, por lo que su explosión sigue generando contaminación, según Diálogo UPR.

Décadas de resistencia

La resistencia en Vieques duró décadas. Ya en los años 60 sus habitantes exigían poner fin a los ejercicios militares, sin que sus demandas fueran atendidas . El clamor de la población no cesó hasta que la Armada estadounidense salió de la pequeña isla el 1 de mayo de 2003.

En 1983, la Armada se comprometió a proteger el medio ambiente, pero no cumplió. Ese mismo año, EE.UU. adiestraba a sus tropas en Vieques para invadir Granada, a unos 1.000 km.

A partir de 1997 la situación se hizo insostenible, revela Claridad Puerto Rico. Ese año se organizaron varias protestas, se hallaron cohetes sin explotar en la localidad de Luján y se hizo una marcha por la salud ante el "número insólito de enfermedad y muertes por cáncer en la comunidad".

Protestas en contra de actividades militares en Vieques, Puerto Rico. Edwin Remsberg / Gettyimages.ru

El clímax del descontento ocurrió cuando un grupo de pescadores se enfrentó a dos buques de la OTAN, lo que dejó dos heridos, en medio de un contexto plagado de reclamos, demandas y leyes en contra de la Marina de EE.UU.

Dos años más tarde, en abril de 1999, durante ejercicios aéreos de bombardeo, fue alcanzado el guardia civil de seguridad David Sanes Rodríguez , de 35 años, mientras que tres civiles y un militar fueron heridos. Por este hecho, el entonces secretario de Marina estadounidense, Richard Danzig, ofreció disculpas. Sin embargo, no se fueron de Vieques.

Esta muerte no impidió que dos meses después, la Armada retomara sus operaciones en las cercanías de la isla, lo que reavivó las protestas y la fuerte presión ejercida por movimientos sociales, políticos, académicos, sindicatos y funcionarios gubernamentales. 

Los enemigos silenciosos de la salud

La salud de viequenses también había sido agredida. En 1997 se conoció que en ese territorio se usaba napalm , que al estallar libera grandes cantidades de dióxido de carbono y combustibles tóxicos. 

Los estudios científicos locales arrojaron que existía una alta incidencia de cáncer en los residentes de esa isla que podría estar relacionada con la actividad militar que hubo durante décadas. Solo entre 1990 y 1994 se ubicó 18,3 % por encima del resto del país. 

En contravía, y a pesar de los casos reportados, la Agencia de Sustancias Tóxicas y Registro de Enfermedades de EE.UU. concluyó en un informe que sus habitantes "no están expuestos a niveles perjudiciales de contaminación en esos suelos".

El acorazado USS Iowa de la Armada estadounidense frente a la isla de Vieques, en Puerto Rico. Universal History Archive / Gettyimages.ru

A pesar de negar el efecto contaminante de su material bélico, la Armada reconoció que había activado unas 267 granadas con ojivas de uranio enriquecido solo en febrero de 1997. Según un epidemiólogo, los viequenses presentaban alta incidencia de otras enfermedades como lupus, telarquia precoz, dermatitis y trastornos mentales.

Un pasado y un presente inciertos

La ocupación militar de Vieques vino precedida por varias acciones de expansionismo bélico estadounidense en plena II Guerra Mundial. En 1939, EE.UU. hizo maniobras navales en Puerto Rico y un año después se establecieron las bases militares de  Roosevelt Roads , en el municipio Ceiba, abandonada en 2024 y a 35 km de Vieques; de  Borinquen Field , en el municipio de Aguadilla y actualmente denominada Ramey; y de Isla Grande , en San Juan, que funciona como el Aeropuerto Fernando Luis Ribas Dominicci.

Desde hace unos meses, ha vuelto a resonar el viejo nombre de Roosevelt Roads tras las afirmaciones que hiciera en agosto pasado el secretario del Departamento de Seguridad Pública (DSP), Arturo Garffer Croly, quien asomó que podrían utilizarse esa antigua base y otras "en el caso de un evento (en Venezuela) o contrarrestar las incursiones rusas y de China comunista en la cuenca del Caribe y el resto de Latinoamérica", recoge El Vocero.

Estas declaraciones generaron alarma entre los partidos políticos y organizaciones ciudadanas que propiciaron hace más de dos décadas la salida de la Marina estadounidense de Vieques. Ante los reclamos, la gobernadora puertorriqueña, Jennifer González,  manifestó que el reforzamiento de la presencia militar tanto en Roosevelt Roads como en Ramey y en Campamento Santiago (municipio Salinas) era "bueno" para el país porque había causado "una reducción dramática de la droga" que supuestamente ingresaba a la isla, y cuyo tráfico atribuye a Venezuela y Colombia, en línea con las directrices de la Casa Blanca.

Playa de Vieques, Puerto Rico. Gettyimages.ru

Se reaviva la polémica. 

En una carta dirigida a la gobernadora por los líderes del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), Juan Dalmau, María de Lourdes Santiago y Denis Márquez, sostienen que "en días recientes" se ha informado que Puerto Rico "otorgó desde principios de este año una autorización para la disposición de municiones en la isla municipio de Vieques".

Dalmau calificó de " inaceptable " que se incumpla con la decisión de sacar a la Marina estadounidense de la isla también conocida como 'La Nena' y con la "obligación de reparar los grandes daños ambientales que provocaron 60 años de bombardeo en Vieques".

Los independentistas sostienen en la misiva que se quiere transformar a Vieques en un " vertedero militar " y rechazaron la decisión tomada a principios de año de autorizar el uso de armamento en sus polígonos.

Este permiso, vigente hasta el 19 de diciembre, implica que "se pueden localizar, identificar y neutralizar amenazas explosivas en el área, como municiones sin detonar, de acuerdo con normativa militar",  según El Nuevo Día.

Frente a estos señalamientos, la gobernadora manifestó que  "no hay ningún tipo de ejercicios militares en Vieques ", refiere el citado medio.

En septiembre pasado, cuando apenas comenzaba el despliegue militar estadounidense en el Caribe, José Varela, miembro de la Cámara de Representantes de Puerto Rico, advirtió  en un artículo de opinión que su país, "por su ubicación estratégica, vuelve a ser visto como 'frontera' y centro de operaciones para proyecciones militares".

"La historia enseña que cuando Washington convierte a la isla en plataforma de guerra, las consecuencias las paga nuestra gente : riesgos ambientales, tensiones diplomáticas y la normalización de la presencia militar permanente", escribió.