La relación entre Europa y Estados Unidos atraviesa un ciclo de desconfianza, el más grave del último siglo. En muchas capitales europeas crece la sensación de que los aliados europeos del eje transatlántico son tratados por Washington más como mercado cautivo y retaguardia militar que como aliadas con voz propia, mientras la Comisión Europea gestiona estas tensiones sometida a contestación interna.

El acuerdo, hoy casi olvidado, que rebaja o suspende parte de las contramedidas europeas frente a los aranceles de Trump se proyecta como un mal menor necesario para evitar una guerra comercial total, pero muchos sectores lo leen como una cesión acelerada que deja a la UE sin palancas reales. Europa asume costes relevantes en industrias clave a cambio de una paz comercial frá

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