Que Trump recompense la línea dura del Kremlin demuestra que Rusia puede seguir dejando a un lado a Ucrania ante un posible acuerdo para acabar la guerra

Zelenski responde a Trump tras el anuncio de su reunión con Putin: no entregará su territorio al “ocupante”

En los cinco meses transcurridos desde la reunión entre Donald Trump y Volodímir Zelenski en el Despacho Oval a finales de febrero, altos cargos y diplomáticos ucranianos se han esforzado en reparar los daños causados aquel día, que terminó con el presidente ucraniano expulsado de la Casa Blanca.

Siguiendo el consejo de sus aliados europeos, Zelenski recalibró su estrategia con la Administración Trump, y existía la sensación de que, en general, las cosas iban bien. “Conseguimos reiniciar la comunicación, encontrar un nuevo lenguaje para trabajar con Trump”, explicaba un alto cargo en Kiev hace una semana.

También parecía que el discurso de Trump sobre Ucrania por fin estaba cambiando, después de que en las últimas semanas calificara de “repugnantes” los bombardeos rusos sobre ciudades ucranianas y le diera a Putin de plazo hasta el pasado viernes para parar la guerra o enfrentarse a nuevas y graves sanciones.

En ese contexto, el enviado especial de Trump Steve Witkoff visitó Moscú el miércoles pasado. No parece que Putin hiciera concesiones importantes durante la reunión de tres horas en el Kremlin y, pese a ello, en lugar de las sanciones anunciadas, ha sido recompensado con una invitación a reunirse con Trump en Alaska. Esa oferta para abordar un acuerdo de paz para Ucrania en una cumbre bilateral con Trump representa exactamente el tipo de negociación entre grandes potencias que Putin siempre ha anhelado. Será su primer viaje a Estados Unidos desde 2007, con la excepción de las visitas a la ONU.

Aún no está claro cómo será exactamente esa cumbre en Alaska, ya que su anuncio estuvo acompañado de la habitual confusión y caos propios de Trump. Ucrania, las capitales europeas e incluso el propio personal de la Administración Trump han tratado de entender en los últimos días qué se acordó exactamente en la reunión del Kremlin entre Putin y Witkoff.

Los primeros anuncios de la Casa Blanca sugerían que Putin se reuniría con Trump, seguido de una reunión a tres bandas entre Trump, Putin y Zelenski. Putin lo desmintió rápidamente. Según dijo, “aún estamos lejos de que se den las condiciones” para una reunión con Zelenski. Un miembro de su equipo negó que la parte rusa hubiera accedido en ningún caso a una reunión a tres bandas.

Una fuente de la Casa Blanca aseguro al New York Post el jueves que, si Putin no aceptaba reunirse con Zelenski, la reunión con Trump no se llevaría a cabo. Pero unas horas después, Trump lo desmintió: estaba satisfecho de reunirse con Putin en cualquier caso. El tira y afloja demuestra, no por primera vez, que en la relación entre Trump y Putin es el presidente ruso quien lleva la voz cantante.

En medio de la confusión, miembros de la Administración Trump informaron posteriormente a medios de comunicación estadounidenses que Zelenski podría ser invitado a Alaska de todos modos, y el canciller alemán, Friedrich Merz, ha dicho en una entrevista este domingo que “espera y da por hecho” que Zelenski participará. Por ahora, esto no parece probable. Un alto cargo de la Casa Blanca ha explicado a la NBC que Trump está “abierto” a una cumbre trilateral, pero que se está “centrando en la preparación de la reunión bilateral solicitada por el presidente Putin”.

Tan preocupante para Kiev como el formato de las conversaciones es el aparente acuerdo planteado por Rusia que parece estar sobre la mesa. Lo que se sabe del plan, después de que se filtrara desde la administración estadounidense y posteriormente a las capitales europeas, es que el pacto pasa por que el ejército ucraniano se retire unilateralmente de las partes de Donetsk y Lugansk que aún controla, lo que presumiblemente incluiría la posición clave de Kramatorsk. A cambio, Rusia aceptaría congelar sus posiciones en otros lugares.

“Los ucranianos no entregarán su territorio a los ocupantes”, ha dicho Zelenski durante el fin de semana, añadiendo que ceder suelo ucraniano a Rusia violaría la constitución del país. El presidente ucraniano ha advertido también de que cualquier acuerdo que se haga sin Ucrania está destinado a “nacer muerto”.

La postura pública de Zelenski de que Ucrania nunca cederá tierra es cierta hasta cierto punto. Es poco probable que Kiev renuncie a reclamar su propio territorio, pero la élite ucraniana y gran parte de la sociedad del país están cada vez más dispuestas a un acuerdo que reconozca el control de facto ruso de determinadas zonas, tal vez por un período de tiempo determinado, a cambio de poner fin a los combates.

El principal problema de un acuerdo de este tipo siempre ha sido qué tipo de garantías recibirá Ucrania de que Rusia no utilizará un alto el fuego para reorganizarse antes de volver a atacar. Las conversaciones sobre el establecimiento de una fuerza de paz europea para vigilar un alto el fuego no tardaron en limitarse a comienzos de este año a una “fuerza de seguridad” estacionada lejos de las líneas del frente. Por lo tanto, los ucranianos no tendrían mucho en lo que confiar, salvo en la palabra de Putin, de la que han aprendido por experiencia a no fiarse.

Aun así, hay un sector importante en la élite política y militar ucraniana que cree que, después de más de tres años de guerra, la situación es tan grave que el país está obligado a aceptar un acuerdo de este tipo, para lograr una pausa en los combates.

El problema para Kiev es que el acuerdo que Putin aparentemente le propuso a Witkoff es significativamente peor que limitarse a congelar las posiciones del conflicto. “Tal como están las cosas, Ucrania y Europa están a punto de enfrentarse exactamente al tipo de acuerdo que temían que surgiera en febrero tras la llegada de Trump al poder”, escribía Sam Greene, profesor del King's College de Londres, en X.

Zelenski y su equipo han dedicado los últimos días a recabar apoyos entre los líderes de la UE para intentar elaborar un plan alternativo con respaldo europeo. Desafortunadamente para Kiev, la experiencia hasta ahora sugiere que Trump no está dispuesto o no es capaz de ejercer una presión real sobre Putin.

“Si Putin y Trump llegan a un acuerdo directamente, Europa se enfrentará a un hecho consumado. Kiev, aún más”, ha dicho Roman Alekhin, un bloguero de guerra ruso, el domingo. Es exactamente ese escenario lo que los líderes de Ucrania harán todo lo posible por evitar antes de la cumbre del viernes.