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Mientras el país despedía al candidato presidencial Miguel Uribe Turbay, muerto como consecuencias de un atentado sicarial, el congresista Julio César Triana revelaba angustiado en redes que él y los integrantes de su equipo de acababan de sobrevivir por gracia divina a un ataque con fusiles y armas automáticas en una carretera del departamento del Huila.
A esa hora, aun resonaba el eco de la denuncia presentada ante la Fiscalía p or Claudia Carrasquilla, una concejal de Medellín, sobre la existencia de amenazas creíbles contra vida y la vida del alcalde de la ciudad, Federico Gutiérrez e integrantes del equipo de trabajo.
Lejos de las cámaras y de la atención mediática comunidades de Cauca, Chocó y Norte de Santander sufrían confinamientos o padecían las consecuencias del f