En la memoria de muchos bogotanos todavía está fresco aquel mediodía de diciembre de 2005 en el que el humorista Pedro Antonio González, con ganas de ser empresario, inauguró su primer restaurante en el centro comercial Plaza Imperial. Ese día se acabó el ajiaco antes de que el reloj marcara las dos de la tarde. La gente hacía fila para probar el cocido boyacense servido en ollas de barro, y el propio comediante caminaba entre las mesas con la misma picardía que en televisión. Era el inicio de una aventura que parecía destinada a triunfar.
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Durante los años siguientes, el negocio creció a un ritmo vertiginoso. La marca Don Jediondo Sopitas y Parrilla se expandió por centros comerciales de